lunes, 5 de noviembre de 2007

11-M - "La sentencia" de Emilio Campmany

 
 

 

 

11-M: la sentencia

 

Por Emilio Campmany

Análisis nº 235   |  5 de Noviembre de 2007

www.gees.org

 

Curiosamente, la sentencia del 11-M, que es todo lo conspiracionista que podía ser a la vista de lo ocurrido en el juicio, ha sido vista por los oficialistas como una victoria y, lo que es más llamativo, ha sido aceptada por los conspiracionistas, como una derrota, por la mínima, si se quiere, pero derrota a fin de cuentas. No es así. La sentencia está más próxima de las tesis de El Mundo, de la COPE o de Libertad Digital, los principales medios tenidos por conspiracionistas, de lo que los medios oficialistas (el ABC y El País, sobre todo) pretenden hacernos creer o creen sinceramente.

 

Es necesario ir por partes.

 

Las pruebas bajo sospecha

 

Los conspiracionistas se quejan de que el tribunal ha aceptado la validez de pruebas que ellos tienen por falsas. Se trata, en esencia, de la mochila de Vallecas y de la Renault Kangoo. Recordemos brevemente: la mochila de Vallecas es el único artefacto explosivo que consiguió desactivar la Policía tras ser hallado en la comisaría del Puente de Vallecas adónde había sido llevada junto con todos los enseres recogidos en la estación de El Pozo tras las explosiones. La Renault Kangoo es la furgoneta aparecida en las inmediaciones de la estación de Alcalá de Henares la mañana de las explosiones en la que aparecieron un detonador y un trozo de cartucho Goma 2 ECO.

 

La mochila de Vallecas.- Las dudas que los conspiracionistas arrojan sobre la mochila de Vallecas se fundan en que: 1) no fue descubierta por los TEDAX tras revisar varias veces (entre dos y cuatro) los enseres recuperados de la estación de El Pozo; 2) éstos viajaron hasta la comisaría de Vallecas, de ahí al IFEMA, donde estuvieron unas horas sin que haya seguridad de que fueran correctamente custodiados, y luego a la comisaría de Puente de Vallecas; 3) durante el juicio, nadie llamó a declarar al inspector Álvarez, encargado de custodiar los enseres mientras se amontonaron en la estación, que, ante el Juez del Olmo, declaró en su día no reconocer la bolsa en que consistía la mochila de Vallecas. Todos estos factores inducen a los conspiracionistas a sospechar que la mochila fue colocada entre los enseres de El Pozo con posterioridad a que las explosiones tuvieran lugar con intención de dirigir la investigación (la tarjeta que contenía el teléfono móvil que haría las funciones de temporizador condujo al locutorio de Jamal Zougam, el único condenado como autor material, que fue detenido un día antes de las elecciones de 14 de marzo de 2004).

 

Hay que recordar que, inmediatamente después de producidas las explosiones, aparecieron en los trenes, en Atocha y El Pozo, dos artefactos sin estallar. Al intentar desactivarlos, deflagaron. La sentencia no dice nada al respecto, pero no debe descartarse la posibilidad de que estos dos artefactos fueran colocados en los trenes para ser descubiertos y dirigir la investigación con las evidencias que en ellos hallara la Policía. No debe hacerse porque, si la finalidad de los terroristas era condicionar las elecciones que iban a tener lugar tres días después, era esencial que la pista islamista se hiciera evidente antes del domingo. Es igualmente posible que la mochila de Vallecas fuera un tercer artefacto colocado en los trenes con la misma finalidad que los otros dos o puede que los terroristas, al ver que la Policía no había sido capaz de desactivar las dos mochilas "señuelo" colocadas al efecto en los trenes, se las apañaran para, aprovechando cualquier descuido, colocar esta tercera entre los enseres de El Pozo, bien en la misma estación, bien en el IFEMA. No obstante, es fácil que el tribunal haya concluido que no tiene demasiada importancia, a los efectos de considerar la mochila de Vallecas una prueba válida, que fuera un artefacto construido para estallar o para ser descubierto y desactivado o que hubiera sido colocado en los trenes, con cualquiera de las dos finalidades, o con posterioridad, en el IFEMA, porque, en todos los casos, los responsables de la colocación tendrían que haber sido forzosamente los terroristas. Luego, si fueron los terroristas los que la colocaron antes o después de las explosiones y con una u otra finalidad, la mochila, como prueba, ha de ser considerada válida. El que nadie durante la instrucción ni durante el juicio haya aportado ninguna prueba que acreditara que la mochila de Vallecas era un señuelo colocado por los terroristas obliga, además, al tribunal a deducir que se trató de un artefacto colocado en los trenes para hacer explosión y que, por defectos de fabricación, no llegó a estallar. Es verdad que alguna vez los conspiracionistas han insinuado la posibilidad de que la mochila fuera mezclada con los enseres de El Pozo por algún policía, pero ninguna prueba de ello hay en el sumario ni en el juicio y, por lo tanto, es una posibilidad que el tribunal no ha podido considerar.

 

La Renault Kangoo.- Respecto a la furgoneta, hallada la mañana del día 11 cerca de la estación de Alcalá y en la que aparecieron, entre otras cosas, un detonador, que condujo hasta Mina Conchita y restos de un cartucho de Goma 2 ECO, los conspiracionistas entendieron que podía ser una prueba falsa porque durante la inspección que se hizo del vehículo en el lugar donde fue hallado, se concluyó que la furgoneta estaba vacía y, además, un perro adiestrado no olfateó en ella resto de explosivo alguno. Sin embargo, cuando fue analizada en las dependencias de la Policía Científica, aparecieron dentro de ella multitud de objetos, la mayoría de ellos irrelevantes para la investigación. El tribunal ha concluido que la apariencia de estar vacía es compatible con el hecho de que aparezcan esos objetos tras un examen pormenorizado. Pero, aunque no lo diga, lo que seguramente ha pensado es que si, en efecto, la furgoneta era una prueba falsa, hubiera bastado esconder el detonador y el resto de explosivo sin tener que introducir, además, un sinfín de objetos sin interés. Es decir, es precisamente la multiplicidad de objetos lo que desacredita la acusación de falsedad pues el falsificador no tenía necesidad de introducir tanto objeto, sino que lo lógico es que se hubiera conformado con esconder en la furgoneta, después de haber sido llevada a dependencias policiales, el detonador y el resto de cartucho.

 

Por otra parte, concluir que la Renault Kangoo constituye una prueba falsa, obligaba al tribunal a aceptar la connivencia de la Policía en la construcción de la misma. Por eso, todos los ataques que desde el conspiracionismo se han hecho contra esta prueba han constituido velados ataques a la propia Policía. Ni en el sumario, ni en el juicio se ha podido probar que la Policía falsificara ninguna prueba. Por lo tanto, el tribunal no podía más que aceptar que la Renault Kangoo era una prueba válida.

 

El Skoda Fabia.- Por otro lado, el tribunal ha decidido rechazar la autenticidad del Skoda Fabia (aparecido el junio siguiente de 2004 en las inmediaciones de la estación de Alcalá con restos de ADN de algunos de los suicidas de Leganés) dando en este punto la razón a los conspiracionistas, que siempre han sospechado de ella. Es verdad que a veces lo han hecho con la idea de que el coche fue colocado allí por la Policía para apuntalar la versión oficial. Pero, el tribunal no ha llegado a esta conclusión. A diferencia de lo que ocurre con la Renault Kangoo, el tribunal ha podido rechazar la autenticidad del Skoda Fabia sin tener que poner con ello en tela de juicio la actuación de la Policía, salvo por el hecho de que la consideró auténtica, ya que el coche pudo ser llevado hasta las inmediaciones de la estación de Alcalá de Henares por cualquiera.

 

En resumen: el tribunal ha aceptado como prueba válida la mochila de Vallecas porque tiene la seguridad de que, de una manera o de otra, fue colocada allí por los terroristas; ha aceptado la prueba de la Renault Kangoo porque los hallazgos relevantes hechos en ella eran pequeños y, por lo tanto, compatibles con el que pareciera "vacía" en un primer examen; ha descartado en cambio la prueba del Skoda Fabia porque le ha parecido que el coche fue trasladado hasta la estación con posterioridad al atentado; no ha considerado que la Policía haya manipulado ninguna prueba porque no se ha demostrado nada al respecto.

 

De todo ello, deducen los oficialistas una victoria y los conspiracionistas, una derrota. Pero no hay tal. El tribunal da escasa importancia al hecho de no admitir el Skoda Fabia como prueba porque cree que, aunque la hubiera admitido, ello no alteraría mucho la relación de hechos probados. Y es verdad que no la cambiaría a los efectos de dictar sentencia, esto es, a la hora de determinar la culpabilidad o inocencia de los acusados, pero, en cambio, su rechazo como prueba válida es extraordinariamente relevante desde un punto de vista político y policial porque, si el tribunal considera que no está probado que el Skoda Fabia fuera empleado por los terroristas, cabe preguntarse: ¿quién lo llevó hasta allí con la intención de apuntalar con él la versión oficial? Si además el Gobierno, la Policía y la Fiscalía han demostrado un nulo interés en investigar esta posibilidad, no puede extrañar que los conspiracionistas sospechen que algo han podido tener que ver con ello. El Skoda Fabia no es, pues, relevante para la sentencia, pero la posible falsedad que la sentencia arroja sobre ella exige una investigación para descubrir si alguien intentó, por medio de la misma, dirigir las pesquisas del 11-M.

 

Los explosivos

 

Los conspiracionistas se han mostrado igualmente desilusionados con el tratamiento que ha hecho la sentencia de la cuestión de los explosivos. A la vez, los oficialistas han creído ver que la sentencia desbarata todas las "patrañas" que los conspiracionistas han montado alrededor de este tema. La verdad es que el tribunal no ha aceptado en este punto las tesis de ninguno de ellos.

 

Durante el juicio pudimos ver que los peritos nombrados por el tribunal no fueron capaces de determinar qué estalló en los trenes. Y eso es lo que concluye el tribunal. Lo que hace éste en la sentencia, en lo que sería su hilo lógico más importante, es construir dos silogismos sobre los que levantar las conclusiones que interesan a los efectos de determinar la culpabilidad o inocencia de los acusados.

 

Silogismo primero: El atentado se comete con explosivo; el único artefacto desactivado estaba compuesto de Goma 2 ECO; luego el atentado se cometió con Goma 2 ECO. Silogismo segundo: El Chino, supuesto líder de la célula de Leganés, compra a Trashorras gran cantidad de explosivo; el Chino revindica el atentado, que se ha cometido con abundantes explosivos; luego El Chino y su célula son los que han cometido el atentado. Sobre estos dos silogismos resultan las conclusiones más importantes que la sentencia contiene: el atentado lo cometió El Chino y su banda con la Goma 2 ECO comprada a Suárez Trashorras. ¿Podía el tribunal haber alcanzado otra conclusión tras el fracaso de la prueba pericial de explosivos? Sí: podía haber dicho que, dado que no se había probado que lo que había estallado en los trenes era Goma 2 ECO, tampoco se había probado que hubiera sido El Chino y su banda con la Goma 2 ECO adquirida a Suárez Trashorras y absolver, en consecuencia, a todos los acusados. Pero, para ello, habría tenido que descartar las pruebas existentes, no por haberse demostrado algo que las contradijera (tal y como habría ocurrido si los peritos hubieran estado en condiciones de aseverar con seguridad que lo estallado en los trenes no fue Goma 2 ECO), sino porque no había podido conseguir una última prueba con la que obtener una total seguridad. Y esta no es la forma en la que se conducen los procesos penales. No se aspira en ellos a tener una certeza absoluta de los hechos, sino una certeza razonable. Y el tribunal ha considerado que había pruebas suficientes para considerar demostrado que la mayor parte del explosivo empleado en el atentado fue la Goma 2 ECO procedente de Mina Conchita en base a los dos silogismos antes mencionados.

 

Estas son las más importantes derrotas de los conspiracionistas y, tal y como puede comprobarse, no constituyen derrotas absolutas y, en algunos casos, como ocurre con el Skoda Fabia, encierran alguna victoria y, en otros, como sucede con la mochila de Vallecas, no implica descartar la posibilidad de que tal prueba fuera un señuelo (hablaremos más de la mochila de Vallecas desde este punto de vista).

 

La absolución de los autores intelectuales o instigadores

 

La sentencia contiene una gran victoria de los conspiracionistas ahí donde era más fácil lograrla, pero no sólo, sino donde era más importante para sus tesis hacerlo. Sabemos que la sentencia ha absuelto de la comisión del atentado a los tres sujetos que la Fiscalía había señalado como instigadores y que, en el argot periodístico, vienen siendo conocidos como los "autores intelectuales". Los conspiracionistas no han visto en ello una gran victoria y los oficialistas no parecen haberlo contemplado como una derrota. Y, sin embargo constituye las dos cosas. Hasta tal punto es así, que es el hecho más destacado por la prensa extranjera: "Absuelto el cerebro del atentado de Madrid" ha sido fuera de España el titular más frecuente

 

Los oficialistas le han querido restar importancia al asunto alegando que un atentado terrorista no necesita tener autores intelectuales para poder considerar resuelta la investigación del mismo. Respecto del 11-M, se equivocan. Un atentado como este necesitó dos cosas: una seria motivación, consistente en este caso en condicionar las elecciones del 14 de marzo, y una cuidada planificación. Puede aceptarse que la banda de El Chino sólo quiso hacer la yihad matando a cuanta más gente mejor y que diera la casualidad de que decidieron hacerlo en el día perfecto para condicionar las elecciones generales y entregar el Gobierno a la persona que había prometido retirar a las tropas españolas de Irak y que por eso, no se ha encontrado en los ordenadores, en las memorias USB rescatadas y en los papeles de El Chino y de los demás miembros de su banda ningún texto relativo a la conveniencia de la fecha en que se iba a cometer el atentado ni de los efectos políticos que con el mismo esperaban provocar. Pero lo que sí es absolutamente indispensable para la comisión de un atentado como el del 11-M es una cuidadosa planificación acerca de la construcción de las bombas, su colocación en los trenes, la determinación de los vagones y los lugares dentro de ellos, la cantidad de explosivo que habría de integrar cada bomba y la hora en que debían estallar para que lo hicieran todas ellas cuando los trenes estuvieran en las estaciones, donde harían más daño, y lo hicieran también poco más o menos al mismo tiempo, para no dar lugar a que el estallido prematuro de algunas advirtiera de la colocación de las otras. En toda la documentación digital y en papel relacionada con la célula de El Chino y recuperada por la Policía no hay nada de esto. Sí hay papeles genéricos sobre la yihad, el islam radical y demás, pero nada que haga referencia a la planificación concreta del atentado.

 

Podemos aceptar con los oficialistas que no es necesario que, tras un atentado como el del 11-M, haya autores intelectuales o instigadores, siempre que la decisión de atentar y la planificación haya sido realizada por los autores materiales. La versión oficial viene sosteniendo que este papel fue desempeñado por El Egipcio y dos acusados más (recuérdese que se nos dijo que El Egipcio era un experto en explosivos a consecuencia de su destino durante su servicio militar y resultó luego que había echo la mili en oficinas gracias a su buena caligrafía). El hecho de que todos ellos hayan sido absueltos no significa que la sentencia considere que los que decidieron y planificaron el atentado fueron el Chino y los demás miembros de la célula de Leganés. Muy al contrario, la primera frase del apartado de "Hechos probados" de la sentencia es muy explícita la respecto: "Sarhane Ben Abdelmajid Fakhet, Jamal Ahmidan, alias El Chino, Mohamed Oulad Akcha, Rachid Oulad Akcha, Abdennabi Kounjaa, Asrih Rifaat Anouar, Allekema Lamari y una octava persona que no ha sido identificada, junto con otras que se dirán, en la mañana del día 11 de marzo de 2004 colocaron, en cuatro trenes de la red de cercanías de Madrid, trece artilugios explosivos de iniciación eléctrica compuestos por dinamita plástica y detonador alimentados y temporizados por un teléfono celular o móvil". No dice "planificaron", "decidieron", o algo similar, ni aquí ni en ningún otro lugar de la sentencia. Es decir, la parte de la versión oficial que confirma la sentencia se refiere tan sólo a que la célula de Leganés "colocó" las bombas en los trenes, pero sigue sin considerar probado nada en lo relativo a quién lo decidió y quién lo planeó. Naturalmente, la sentencia no excluye que pudieran haberlo decidido y planeado los mismos que lo ejecutaron, pero tampoco excluye que pudieran haberlo hecho otros.

 

El problema es mucho más serio de lo que quieren hacer creer los oficialistas. De hecho, al empeñarse la Fiscalía en señalar a El Egipcio como el instigador principal, como el cerebro del 11-M, cegó cualquier otra vía de investigación que pudiera conducir a los verdaderos instigadores. Es decir, renunció prematuramente a descubrir lo que más importa del 11-M: quién decidió el atentado y quién lo planeó.

 

Al contemplar la reacción de la prensa internacional y viendo que la tesis de que los que decidieron y planearon el 11-M tienen que ser los mismos que lo cometieron no aparece en ninguna parte de la sentencia, los oficialistas han comenzado a desacreditar la sentencia en lo que a la absolución de El Egipcio se refiere. El sábado, día 3 de noviembre, empezó haciéndolo el ABC  publicando la siguiente noticia: "La inteligencia alemana investiga los vínculos de El Egipcio con células locales". O sea, que El Egipcio pudo muy bien decidir y planear el 11-M y lo único que ocurre es que aquí, en España, por un exceso de garantismo exigido por el in dubio, pro reo hemos creído insuficientes las pruebas que le inculpaban. Al día siguiente, el domingo, día 4, el ABC volvía a la carga y recogía las manifestaciones de Pablo Llerena, miembro de la Ejecutiva de la conservadora Asociación Profesional de la Magistratura, en las que dijo que "La absolución de 'El Egipcio' como autor intelectual no prueba que sea inocente", lo cual supone un extraño ataque al principio de que toda persona es inocente mientras no se demuestra lo contrario.  Ese mismo día, Ekaizer, que consideró a El Egipcio la "pistola humeante", la prueba de cargo esencial para explicar el atentado islamista como una consecuencia lógica de nuestra intervención en Irak, publicó en El País un extraño artículo en el que, después de darnos la obvia lección de derecho para explicarnos que penalmente sólo puede hablarse de instigadores y nunca de autores intelectuales, acusa veladamente al magistrado Alfonso Guevara, miembro del tribunal, de haber influido decisivamente en el ánimo de sus dos compañeros para absolver a El Egipcio a pesar de existir, se supone, pruebas suficientes para condenarlo. Si no importa la absolución de El Egipcio, ¿por qué tanto esfuerzo para que siga pareciendo culpable? Los oficialistas están cayendo en lo que dijeron que caerían los conspiracionistas si la sentencia confirmaba la versión oficial: desacreditan la sentencia en lo que les es adversa y la halagan cuando "desbarata las patrañas" de los conspiracionistas. Algunos, que se tienen por neutrales, han querido ver en ello una especie de deseo del tribunal de equidistar de unos y otros, cuando, en realidad, el tribunal se ha limitado a condenar en base a lo que ha considerado honradamente hechos "razonablemente" probados. Al hacerlo, les ha dado más razón a los conspiracionistas que a los oficialistas, sin pretender con ello encontrar ningún justo medio, que es cosa que nunca estuvo en su intención. Quizá haya hecho algo más, pero es algo muy distinto a tratar de colocarse a igual distancia de tirios y troyanos. Lo veremos al final, cuando hablemos de Zougam.

 

Lo que ahora hay que subrayar es la gravedad de que, tras tres años y medio de investigación judicial y policial, y tras un juicio de 4 meses y una sentencia de setecientos folios no sepamos quién decidió y planeó el 11-M. Y es que, por mucho que les pese a los oficialistas, si no lo sabemos, es porque pudo ser cualquiera, desde los mismos que lo perpetraron (posible, pero improbable, al no haber encontrado ningún documento relativo a la estrategia y planificación de la acción terrorista) hasta la misma ETA (también improbable, a la vista de lo que se ha investigado al respecto, aunque pudo hacerse más) pasando por los servicios secretos marroquíes (que nunca han sido seriamente investigados, y que han vuelto a ser considerados como hipótesis de la que partir por periodistas, como Jesús Cacho, y expertos en el Magreb, como Carlos Ruiz Miguel).

 

De modo que, la guerra política y mediática al rededor del 11-M no ha terminado. Conforme vaya pasando el tiempo, se harán cada vez más evidentes los dedos acusadores que la sentencia contiene contra la versión oficial y se harán igualmente evidentes, más allá de las investigaciones que la sentencia cierra, las que deja abiertas. Veamos alguna de ellas.

 

La absolución de Bouchar

 

Algunos autores conspiracionistas, como Luis del Pino o el mismísimo Pedro J. Ramírez, han puesto de relieve la contradicción que contiene la sentencia al considerar un hecho probado que los siete suicidas de Leganés colocaron las bombas en los trenes y concluir a renglón seguido que el único miembro de la célula procesado, no lo hizo. En efecto, Bouchar es el miembro de la célula que bajó la basura el día que la Policía cercó a la célula en Leganés y que, al percatarse de la presencia policial, huyó, siendo posteriormente detenido por la policía serbia. Es decir, si no llega a ser porque bajó la basura, lo más probable es que se hubiera suicidado junto con sus compañeros de célula. Da la impresión de que el tribunal ha aceptado como hecho probado uno que no podía conllevar ninguna injusticia, pues estaba referido a personas fallecidas, los suicidas de Leganés, y que en cambio ha preferido en conciencia no darlo por probado para el que está vivo y podía verse, por tanto, seriamente perjudicado por él. Este es, en realidad, el único defecto de la sentencia. Ahora bien, con ser un defecto, es un defecto querido. El tribunal se hallaba ante la siguiente disyuntiva: 1) tener que declarar que no se ha probado que la célula de Leganés colocó las bombas en los trenes (contradiciendo los dos silogismos a los que se hizo referencia) y que, por tanto, no está probado que Bouchar, como miembro que era de esa célula colocara las bombas, en cuyo caso habría provocado un gran escándalo porque toda la investigación policial y judicial se hubiera venido abajo; o 2) decir que está probado que la célula de Leganés decidió y planeó la colocación de las bombas y, por lo tanto, con independencia de que Bouchar estuviera o no el 11 de marzo en alguno de los trenes colocando alguno de los explosivos (el único testigo que lo reconoció se desdijo durante el juicio), como miembro de la célula que lo decidió y planeó, hay que considerarlo responsable de la comisión del atentado. Pero, el problema estriba en que no está probado que la célula decidiera y planeara el atentado, sino sólo que colocó las bombas, sin que se pueda determinar con seguridad, a pesar de lo que afirma la sentencia en la frase inicial de los hechos probados, anteriormente recogida, quiénes de ellos en concreto lo hicieron. Por eso no se ha atrevido a condenar a Bouchar, porque no está acreditado que la célula lo decidiera y planeara y porque no está probado cuáles miembros de la célula cometieron el atentado colocando las bombas. Así pues, esto, más que un defecto, es una forma de llamar la atención sobre un asunto que el tribunal no tiene obligación de resolver, pero que es trascendental: no se sabe quién decidió y planeó el atentado. Así es como hay que entender esta contradicción voluntaria del tribunal.

 

La condena de Zougam

 

También es chocante que, en cambio, se condene a Jamal Zougam en base a que fue reconocido en uno de los trenes, tras desdeñar los testimonios de aquellos que lo vieron en otros convoyes de forma que, al menos uno de ellos,  resulta incompatible con los otros. Lo es porque, durante el juicio, no se ha acreditado que Zougam tuviera ninguna relación con la célula de Leganés, más allá del hecho de que algunos miembros de ésta hicieron algunas compras en su locutorio. El que el teléfono móvil de la mochila de Vallecas contuviera una tarjeta telefónica vendida en el locutorio de Zougam habla más a favor de su inocencia que de su culpabilidad, pues, si fuera cierto que suministró las tarjetas para construir las bombas, es absurdo que, tras saberse que se había desactivado una mochila, se quedara tranquilamente en su casa a esperar a ser detenido, salvo que estuviera cumpliendo la labor de señuelo como conocido radical islámico que era.

 

Aparentemente el tribunal se ha fijado tan sólo en dos hechos: que fue reconocido indubitadamente por tres testigos en el tren que estalló en Santa Eugenia y que el acusado ha negado tajantemente haber estado en los trenes. Si hubiera confesado desde el principio que estuvo en el tren y aportado una explicación suficiente a su presencia en el mismo, habría sido absuelto.

 

Pero como ha seguido negando hasta el final que estuviera en el convoy y ha sido suficientemente identificado por tres testigos, el tribunal ha llegado a la conclusión de que era uno de los terroristas. Puede, además, que el tribunal haya llegado a la convicción de que Jamal Zougam sabe más de lo que cuenta y de que está, desde luego, relacionado con el atentado, pero de un modo distinto a como lo ha presentado la Fiscalía. Dos de los tres testigos que lo vieron en el tren que hizo explosión en Santa Eugenia, al describir su comportamiento, recuerdan que dio algunos codazos, se apoyó en el hombro de una de ellas y tuvo, por lo general, un comportamiento que puede hacer creer que quería llamar la atención. No sólo, sino que una de las testigos que ha sido desdeñada recuerda que le preguntó con ocasión de una parada si la siguiente estación era la de Atocha. El haber suministrado la tarjeta de un artefacto que podía estar preparado para no estallar y el ser un marroquí tenido por islamista radical, aunque no se le ha probado nunca ninguna relación con célula terrorista alguna, lo hacían ideal para que su rápida detención, gracias a la tarjeta telefónica y a la identificación de algunos testigos, diera al electorado la seguridad de que el atentado había sido obra de la yihad y votar conforme a este hecho. Cabe pues la posibilidad de que Zougam se prestara a ser el señuelo de los terroristas y que se subiera a varios trenes para que el testimonio contradictorio de varios testigos anulara los de todos (recuérdese que los que dicen haberlo visto, lo describieron con diferentes ropas). No deja de ser además notable que haya varios testigos que recuerdan a Zougam y sólo uno que recuerde a uno de los miembros de la célula de Leganés (a Allekema Lamari). Si el tribunal abriga las sospechas aquí expuestas, cabe la posibilidad de que haya decidido condenar a Zougam, a pesar de que las pruebas contra él no son del todo concluyentes, para forzarle a que cuente todo lo que sabe, sin que se le plantee por ello mayor problema moral ya que se trataría de una condena en todo caso justa, desde el momento que están convencidos de que Zougam ha participado en el atentado, como colocador de bombas o como señuelo.

 

Si la condena de Zougam llega a ser firme (su abogado ha manifestado airadamente que recurrirá la sentencia), Zougam puede convertirse en la bomba de relojería que haga estallar en pedazos la versión oficial dentro de unos meses.

 

Conclusiones

 

Las conclusiones son dos, muy sencillas: no sabemos aun toda la verdad y el tribunal ha hecho un esfuerzo notable para que, con la escasez de medios de que dispone y sin perder de vista su principal misión, que es la de juzgar, y condenar y absolver allí donde deba hacerlo, la sentencia ayude a descubrir esa verdad que todavía se nos escapa. Un magnífico trabajo. El que los conspiracionistas no lo reconozcan y el que los oficialistas crean que constituye un respaldo a sus tesis sin realmente serlo incrementa su valor.
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martes, 3 de julio de 2007

Datadiar: Crónica de la semana del 2 de julio de 2007





Crónica de la vigésima semana, lunes 2 de julio

El juicio del 11-M, en la quincuagésima séptima y última jornada, ha quedado visto para sentencia, tras anunciarlo hoy a la Sala el presidente del Tribunal, Javier Gómez Bermúdez. A partir de ahora, los jueces Gómez Bermúdez, Fernando García Nicolás y Alfonso Guevara, dictarán sentencia, previsiblemente a mediados del próximo mes de octubre.

A lo largo de la jornada, los imputados han ejercitado su última palabra, que casi todos han aprovechado para reiterar su inocencia.

Antes, no obstante, intervinieron las defensas de Jamal Zougam, uno de los supuestos autores materiales de los atentados, y de Rabei Osman el Sayed "Mohamed El Egipcio", presunto ideólogo del 11-M.

Jose Luis Abascal, abogado de Zougam ha presentado a su cliente como "la cabeza de turco que nos ofrecieron a todos", y ha desacreditado la actuación policial y a los testigos que le reconocieron como una de las personas que colocó las bombas.

El letrado consideró "increíble" que ninguno de ellos viera antes la foto de Zougam -cuya detención el 13 de marzo de 2004 afianzó la línea islamista de la investigación-, ya que, en su opinión, "fue el chivo expiatorio y la cabeza de turco que nos ofrecieron a todos".

Acusó al Ministerio Fiscal de realizar un "fantástico ejercicio funambulista acusatorio", al mantener que cuatro testigos identificaron a Zougam en los trenes de Santa Eugenia, El Pozo y Vallecas.

Por su parte, el abogado de “El Egipcio", Endika Zulueta, ha dicho en su alegato final de defensa, que se han falseado los hechos para presentar a su cliente como una persona radical y extremista y crear un "perfil de terrorista" sin pruebas de su implicación.

Zulueta ha explicado que su cliente llegó a España como cualquier inmigrante para buscar trabajo, pero que, desde su detención el 7 de junio de 2004 en Milán, se ha construido una imagen de una persona extremadamente religiosa y radical sin que estuviera implicado en ningún hecho delictivo.

En este juicio, indicó el letrado, se han dedicado más horas a analizar la supuesta personalidad de Rabei que a aportar pruebas de su implicación en los hechos, y las pruebas que se han presentado, añadió, "tienen valor cero".

A continuación, se inicio el turno de últimas palabras. El primero fue el supuesto autor material de los atentados, Jamal Zougam, quien ha condenado los atentados, al igual que hiciera cuando declaró ante el tribunal y ha asegurado que es una víctima de los medios de comunicación, que le utilizaron para culpar a islamistas de la masacre.

"Nadie comete un atentado utilizando las tarjetas de su negocio. Creo que sólo este dato bastaría para saber que no tengo nada que ver y "condeno rotundamente el atentado y cualquier acto que acabe con la vida de inocentes", añadió Zougam.

Al igual que hizo anteriormente su abogado, Zougam calificó de "contradicciones" de uno de los testigos que le reconoció en uno de los trenes que partió de Alcalá de Henares (Madrid) y que dijo que vio a una persona colocar una bolsa debajo del asiento en el lado izquierdo del vagón, cuando, -recordó Zougam-, estaba colocado en el lado derecho.

También recordó que el testigo dijo que vio a una persona con el pelo rizado moreno y no muy corto, cuando él en aquella época llevaba el pelo largo y afirmó que "con esa descripción hubieran podido detener a cualquier persona árabe".

También se refirió al testimonio de una persona que lo reconoció en un principio y que después cambió de versión y dijo que al que vio en los trenes era al suicida Allekema Lamari.

Zougam también habló de la huelga de hambre que decidió llevar a cabo a mediados de mayo junto con otros acusados y señaló que, a pesar de estar en un régimen de aislamiento durante tres años, en todo momento "me he comportado de forma correcta y no he tenido intención de entorpecer el juicio".

El asturiano Emilio Suárez Trashorras ni siquiera salió de la "pecera", desde donde manifestó su intención de no querer dirigirse al tribunal.

A continuación declaró el supuesto ideólogo del 11-M, Rabei Osman El Sayed, "Mohamed El Egipcio", quien ha reclamado justicia al tribunal y ha afirmado que "no voy a decir más cosas, voy a contentarme con lo que ha dicho mi abogado.

Fouad El Morabit, que condenó "rotundamente" los atentados y defendió su total y absoluta inocencia, recalcando varias veces que no tuvo la "mas mínima participación" ni siquiera de la forma más pasiva en la masacre.

Insistió en que su manera de pensar, su cultura, su ideología y educación "no confiere bajo ningún pretexto dar razón a la violencia" y añadió que se siente "profundamente indignado de ser injustamente acusado de terrorista y encarcelado tres años sin la mínima justificación".

El acusado afirmó que las acusaciones sufren una especie de "síndrome de Diógenes" ya que se han dedicado a recabar continuamente datos incriminatorios que al final "resultan ser nada", a lo que añadió: "no hay nada concreto contra mí. Apelo al tribunal, primero a la lógica y luego a la Justicia".

Finalmente, denunció que sufrió malos tratos por parte de la policía durante el tiempo que estuvo detenido, en los que le amenazaron y "sólo se cuidaban de no dejar marcas".

También hizo uso de su última palabra el presunto colaborador de Jamal Ahmidan, "El Chino, el acusado Abdelilah El Fadual, que condenó los atentados y se disculpó ante los familiares de las víctimas, a los que dijo que "siempre llora por ellas" tras asegurar que es "totalmente" inocente.

"No soy un terrorista ni un delincuente, soy musulmán y practico, pero tampoco tanto", manifestó El Fadual, para quien el fiscal pide 12 años de cárcel por pertenencia a organización terrorista, y consideró que "la gente mete a todos en el mismo saco y no somos todos igual".

El supuesto ideólogo del 11-M, Youssef Belhadj, declinó hacer uso de su derecho a la última palabra y se adhirió a lo manifestado por su letrado que aseguró que no hay ninguna prueba para inculparlo y que no ha quedado acreditado que tuviera alguna implicación en la ideación de los atentados.

Antonio Toro, a continuación, resultó el primero de los acusados que en el uso de su derecho a la última palabra no condenó los atentados y únicamente explicó que nunca le entregó muestra alguna de explosivo a Zouhier y que se ha demostrado que no trasladó un detonador en un Renault Megane en el mes de julio o agosto de 2003, para lo que se escudó en la sentencia que le condenó a 10 años de cárcel por tráfico de explosivos y drogas en la "operación Pipol", y en la que consta que ese vehículo estaba en el desguace.

Por su parte, Mahmoud Slimane Aoun se declaró inocente, en un evidente estado de nerviosismo, al tiempo que condenaba los atentados y todo tipo de violencia.

"Es verdad que conocía a alguna gente", señaló, aunque matizó que lo que había entre "El Chino" y él no era amistad sino odio por su religión, ya que Slimane Aoun es chiíta y Ahmidan era suní.

Entonces, le toco el turno a otro de los presuntos autores intelectuales del 11-M, Hassan El Haski, quien también se declaró "totalmente inocente" y se preguntó qué cargos hay contra él, puesto que su nombre no ha aparecido durante la vista oral y retó a cualquiera que tenga alguna prueba contra él a que la presente.

Reclamó al tribunal que aplique justicia y que le absuelva porque, insistió, "soy totalmente inocente de la autoría" del 11-M y de cualquier acto terrorista y recordó que "si yo fuera autor intelectual no hubiera venido a España en abril de 2004".

Antonio Iván Reiss Palicio usó su última palabra para declararse inocente y dio las gracias a su abogada por el trabajo y la dedicación que le ha dedicado a su defensa

Rafá Zouhier, fue quien más expectación despertó en la sala en los cerca de cuarenta minutos que estuvo hablando y en varias ocasiones el presidente Javier Gómez Bermúdez le llamó la atención para que acortara su intervención o para que no se dirigiera directamente a las acusaciones.

De entrada, pedía a las víctimas "que abran los ojos para que paguen quienes tienen que pagar", reiteraba su inocencia y afirmaba que lo único que hizo fue dar la información que debería haber servido para evitar la masacre.

Zouhier también pidió perdón al tribunal por su comportamiento durante el juicio, en el que ha tenido que ser expulsado del habitáculo blindado hasta en cuatro ocasiones, y a las víctimas a las que haya podido ofender.

Asimismo, condenó "de forma clara y contundente" los atentados y dijo dirigiéndose a las víctimas: "Comprendo vuestro dolor y, aunque parezco una fiera dentro de esa pecera, hice todo lo que estuvo en mi mano para que esto no ocurriera".

Además, afirmó que se ha sentido incluso "humillado" después de haber hecho todo para evitar ese tráfico de explosivos y añadió que "eso me hizo parecer culpable y malo en la fase de instrucción; claro que buscaba venganza contra los que me hicieron daño, pero con la verdad".

Dijo que "claro que sabía que estaba jugando con fuego, si no me hubiera enterado de lo que hacía la trama asturiana, jugaba con fuego para evitar ese dolor. Para evitar conocerle a usted", apostilló, mirando Gómez Bermúdez.

"Yo pensaba que los de la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, a la que informaba Zouhier), eran unos tíos que defienden a los españoles, que se encargan de la seguridad que pagamos todos", aseguró el acusado, quién recordó que a ellos les contó que había 150 kilos de explosivos, porque su intención era evitar el 11-M.

Insistió en que se jugó la vida yendo a Asturias y que si se hubiera detenido a los traficantes de los explosivos no hubiera ocurrido el atentado y, sin embargo, continuó "me piden 40.000 años y eso que he demostrado por pasiva y pasiva" mi inocencia.

"Yo informé a Víctor -su controlador- de todo lo que sabía", explicó y mirando al presidente del tribunal señaló: "¿Y sabe la respuesta de Víctor? Se lo juro, señoría, fue que en Asturias estaba todo controlado".

Indicó que "yo no soy ningún chivato, yo no me chivo de hachís, yo me chivo de una cosa para salvar vidas, de los explosivos que luego se utilizaron en el 11-M".

Según la teoría que desplegó en la sala el procesado, le obligaron a hablar con los asturianos de explosivos y por eso salía con ellos de fiesta muchas veces, para sacarles información.

Por su parte, Rachid Aglif, "El Conejo", presunto "lugarteniente" del suicida Jamal Ahmidan, "El Chino", retaba al tribunal, a que "si hay una declaración de Rafá que sea verdadera, que me metan, en vez de 20 años, 40.000 millones".

Aglif ha afirmado que la fiscal Olga Sánchez se ha aprovechado muy bien de las declaraciones de Rafá Zouhier", las que calificó como "falsedades" que ha utilizado para formular las acusaciones contra él.

El acusado explicó que su único delito ha sido llevar en su coche a Zouhier a la reunión del McDonald's de Carabanchel, en la que, dijo, fue la única vez que vio al asturiano Suárez Trashorras, al que "ni le vendí chocolate, ni hablé con él, ni nada de nada", precisó.

Sobre su relación con "El Chino" y sus contactos telefónicos con él, Aglif destacó que desconocía que era terrorista y dijo: "si es terrorista lo sería él, no yo. Si me llama al móvil yo no sé que es terrorista".

También hizo uso de su derecho a la última palabra y comenzó condenando los atentados, Basel Ghalyoun, quien afirmó que el ADN hallado en el gorro que apareció entre los escombros del piso de Leganés y que se le atribuye puede ser de cualquier otra persona, y negó haber estado en aquella vivienda donde se suicidaron siete terroristas, o en el local de Virgen del Coro, donde supuestamente se celebraban reuniones integristas y donde se le situó la noche del 11 al 12 de marzo, aunque recordó que sí vivió allí durante un tiempo.

Respecto al tráfico de llamadas registradas en marzo de 2004 entre su teléfono y el del suicida Serhane Ben Abdelmajid, "El Tunecino", reconoció que existen pero afirmó que "no hay nada delictivo en esas llamadas".

Indicó que ha tenido 14.000 oportunidades de escaparse si hubiera querido, y que, sin embargo, no lo ha hecho porque es inocente.

Por su parte, el argelino Nasreddine Bousbaa pidió al tribunal, al que expresó su confianza, que dicte una sentencia justa, tras haber condenado el 11-M.

Los asturianos Iván Granados y Javier González, "El Dinamita" decidieron, al igual que Trashorras, no hacer uso de su turno de última palabra.

Abdelmajid Bouchar, otro de los supuestos autores materiales del 11-M, negaba haber estado en los trenes en los que estallaron las bombas, en el piso de Leganés donde se suicidaron siete terroristas y en la finca de Morata de Tajuña (Chinchón), donde supuestamente se prepararon los explosivos.

Recordó que la testigo que le reconoció como una de las personas que colocó las bombas en los trenes, luego rectificó y dijo que a quien vio era al acusado Jamal Zougam y afirmó con rotundidad que "yo nunca he estado en los trenes".

También negó haber estado en el piso de Leganés, a pesar de que le reconoció un policía como la persona que salió a tirar la basura y huyó al percatarse de la vigilancia policial el día 3 de abril de 2004.

Bouchar sostuvo que eso es una falsedad ya que el agente le describió con una larga barba y él ya no llevaba barba porque se la afeitó en 2002.

Reconoció que se encontró su ADN en un hueso de dátil que se recogió de esa bolsa de basura, pero indicó que no había restos de los suicidas, por lo que esa bolsa no tenía por qué proceder de esa vivienda.

Asimismo, mantuvo que nunca estuvo en la finca de Morata de Tajuña, donde también encontraron sus huellas en una máquina de afeitar y en un mango de hierro, aunque dijo que pudo haber coincidido en su trabajo con cualquiera de las personas que después trabajó en esa finca y cualquiera pudo coger esos utensilios suyos.

Bouchar se declaró inocente, condenó la masacre y todos los atentados terroristas que ocurren en el mundo, y envió su pésame a los afectados, a quienes dijo que quería "compartir con ellos ese dolor".

A continuación, el acusado Hamid Ahmidan, primo de "El Chino", y de Hicham Ahmidan, imputado por los atentados y preso en Marruecos, consideró que si sus dos primos "hubieran estado aquí", él no estaría en la 'pecera' porque, dijo, "soy totalmente inocente" y, al igual que el resto, condenó los atentados.

Otman El Gnaoui afirmó que "no pertenezco a ninguna banda terrorista porque no soy de ninguna religión", recalcó el acusado, que también condenó la masacre y reclamó justicia.

Mohamed Larbi Ben Sellam, para quién el fiscal pide 27 años de cárcel por pertenencia a organización terrorista y conspiración para el asesinato, condenó los atentados, negó haber participado en reuniones islamistas y denunció las torturas de la Policía para conseguir implicarle.

Ben Sellan, que también aseguró que no facilitó documentación falsa a otros implicados, explicó que, cuando fue detenido en el calabozo, "me trajeron carne de cerdo y me abrieron la boca para meterme esa carne y me decían me iban alimentar con esa carne".

Recordó que estuvo varias noches sin dormir y que los agentes le amenazaban con "problemas para tu familia aquí o en el extranjero", para que realizara determinadas declaraciones.

Por su parte, Mohamed Bouharrat en el uso de la última palabra reiteró que el se presentó voluntario a declarar y, sin embargo le ingresaron en prisión por falta de colaboración.

Bouharrat acusó al Ministerio Fiscal de aportar pruebas falsas y pidió al tribunal que no las tenga en cuenta.

El último en dirigirse al tribunal fue Mouhannad Almallah Dabas, agradecía, de entrada su labor al juez y a su abogado, así como el trato de la Policía durante el juicio que dijo "nada tiene que ver con el que recibimos en las cárceles".

Negó su participación en las reuniones de islamistas que le atribuye la Fiscalía y dijo a las víctimas que comprende su dolor porque vivió otra masacre terrorista en Damasco (Siria), y vio el sufrimiento de las familias.

"Yo odio la violencia en toda medida, lo pasé mal en la masacre de Madrid, porque Madrid para mí es igual que Damasco, yo nací en Damasco y mis hijos nacieron aquí", relató ante el tribunal.

Elogió el comportamiento del pueblo español, y acusó a su mujer de haber mentido y haber testificado contra él por venganza, debido a los celos.

Reconoció que tiene en su agenda el teléfono de algunos sospechosos pero que hay más de 250 nombres y solo cuatro o cinco personas pueden ser considerados radicales.

Finalmente, los asturianos Raúl González y Emilio Llano declinaron hacer uso del turno de última palabra, mientras que el procesado Mohamed Moussaten, para quién el fiscal pide seis años de prisión por colaboración con organización terrorista, se limitó a condenar "rotundamente" los atentados y a declarar su inocencia.

Tras estas intervenciones, el juicio por el mayor atentado terrorista cometido en España quedó visto para sentencia, después de que el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, agradeciera la colaboración y comprensión de todos presentes en la sala.


Datadiar: Crónica de la semana del 27 al 29 de junio de 2007





Crónica de la decimonovena semana del 27 al 29 de junio

Los abogados de las defensas han reclamado esta semana, en la que han transcurrido desde la jornada quincuagésima cuarta a la quincuagésima sexta del juicio por el 11-M, la absolución de sus clientes por dos motivaciones generales: falta de pruebas e irregularidades en los interrogatorios y el sumario.

El miércoles, el abogado defensor del supuesto autor material de los atentados Abdelmajid Bouchar, que supuestamente huyó corriendo tras detectar la presencia policial en el cerco del piso de los suicidas de Leganés, aseguró que su defendido "nunca ha estado en ese lugar".

Este abogado, Juan Jesús Yéves solicitaba, por lo tanto, la absolución de Bouchar, para quien el fiscal pide 38.960 años, al estimar también que después de haber pasado setecientos testigos, sólo siete se han referido a Bouchar y de ellos, dos son su padre y su hermano. “Los cinco que quedan no son fiables”, ha sentenciado.

Sobre el reconocimiento que hizo una testigo protegida de Bouchar aseguraba que no es "concluyente", pues tras ver varias fotografías de éste en el juicio dijo que al que vio la mañana de la masacre en la estación de Entrevías era Jamal Zougam.

También cuestionó el reconocimiento que hizo de su cliente el agente que supuestamente corrió detrás de este acusado cuando huyó del cerco policial, del que se percató cuando bajaba a tirar la basura.

El letrado se preguntó cómo es posible que recuerde que la bolsa estaba cerrada y colgaba de ella un racimo de dátiles y no la cara de su cliente unos días después de ese suceso y, además, no lo identificase en la rueda de reconocimiento que realizó después de que este procesado fuera detenido en Serbia el 17 de agosto de 2005.

Insistió en que "no ha quedado acreditado fehacientemente su participación en los atentados de Madrid ni en Leganés", que añadió que "aún habiendo estado el 3 de abril de 2004 en la vivienda de la calle Carmen Martín Gaite de la citada localidad madrileña, su defendido se marchó del lugar mucho antes de que ocurrieran las inmolaciones".

Puso también de manifiesto que no se ha detectado ADN de Bouchar ni en la furgoneta Renault Kangoo que sirvió para trasladar a los terroristas desde la casa de Morata de Tajuña hasta la localidad madrileña de Alcalá de Henares, ni en las ropas abandonadas en Vicálvaro.

Tras señalar que en el desescombro de Leganés se halló la carta de identidad de Bouchar, su bonometro y unas huellas de éste en un libro del Corán, el letrado destacó que "tenemos la documentación de un árabe, sin explicación de cómo ha llegado hasta allí".

"No es delito ser árabe", manifestó Yéves, que concluyó su exposición diciendo que no existe pertenencia a banda armada alguna, ni siquiera colaboración por parte de su defendido.

Falta de indicios

La abogada del acusado Mohamed Bouharrat, Isabel García, afirmaba también el miércoles que "hay casi más indicios en contra de esta letrada que en contra de su cliente" y expuso su situación personal, como ejemplo de que una acusación no se puede basar en casualidades. Así, contó que ella misma conoció a varios de los imputados en el 11-M, como a Jamal Zougam, que regentaba un locutorio del que la abogada era cliente; a Rachid Aglif "El Conejo", propietario de la carnicería donde compraba, y a Mouhannad Almallah Dabas, que una vez le arregló la lavadora.

García contó también el hecho de que reside en el barrio de Lavapiés, cerca de una mezquita, frecuenta el restaurante La Alhambra, al que acudían algunos de los acusados, y está casada con un musulmán, del que espera una hija de la que dijo "parte de su sangre será musulmana".

La defensora afirmó que "estar en determinados sitios no es un indicio de nada contra una persona" y que, "yo quizá por mi estado me hubiera librado, pero no mi marido musulmán".

Utilizó, además varias de las alegaciones realizadas por la Fiscalía durante su informe de conclusiones definitivas como indicios de la no pertenencia de su cliente al grupo integrista responsable de los atentados, a pesar de destacar que no comparte su validez como pruebas de culpabilidad. Así, puso de manifiesto que Bouharrat contestó en su declaración ante el tribunal a todas las partes y no participó en la huelga de hambre seguida por varios de los procesados durante días.

Negó que su patrocinado hubiera estado en esa vivienda de Leganés, pese a que durante el desescombro se encontraron unas fotografías suyas, que según la letrada, “su cliente se olvidó esas fotos en el coche de un argelino que conocía a Jamal Ahmidan (El Chino)”.

Sus huellas también aparecieron en uno de los libros encontrados en las labores de desescombro, ante lo que dijo que "existen muchas formas de que sus huellas llegaran a ese libro", que pertenecía a una mezquita de Madrid, porque se han encontrado en los libros más de cien huellas distintas, incluso de personas que estaban en prisión.

Finalmente, lamentó que en este juicio se hayan oído afirmaciones que reflejan "los tintes de islamofobia que existen en la sociedad"

Secreto prolongado

La defensora de Otman El Gnaoui, Beatriz Bernal, se adhería a lo manifestado por las otras defensas, en relación con la indefensión causada por la indebida prolongación del secreto sumarial. “A esta parte no se le ha permitido acceder a las diligencias que se estaban practicando”, ha comentado.

La Fiscalía pide 38.972 años de cárcel para El Gnaoui, y no 24 como solicitaba inicialmente, al considerarlo autor por cooperación necesaria de los atentados, y añadió que "esto le ha llevado a la cárcel".

Bernal solicitó la nulidad de las actuaciones por, entre otros motivos, el secreto de la causa, lo que, a su juicio, ha provocado indefensión en su patrocinado, y señaló que "no se nos puede acusar de fraude legal", en alusión a las críticas de algunas acusaciones por solicitar en este momento procesal la nulidad de la causa.

La letrada aseveró que no hay pruebas que demuestren la participación de su cliente en el 11-M y afirmó que "estuvo en el lugar equivocado con las personas equivocadas", lo que, a su juicio, ha sido utilizado para desviar la atención de los presuntamente culpables.

Explicó que las acusaciones que imputan a su patrocinado se obtienen a través de dos fuentes: las conversaciones telefónicas "fruto de las intervenciones nulas" que se le practicaron a El Gnaoui y su presencia en la casa de Morata de Tajuña.

La defensora negó también que participara en esta obra en concreto y dijo que nunca ayudó a forrar el agujero con porexpan. Explicó, así mismo, que su letrado se limitó a limpiarlo a petición de Jamal Ahmidan, alias "El Chino", ya que estaba sucio debido a que se utilizaba para almacenar la comida de los animales de la finca.

Bernal señaló que El Gnaoui llegó hasta la casa de Morata de Tajuña porque conocía al hermano de "El Chino" Abdelilah Ahmidan, que le recomendó a su hermano como obrero ya que ese momento se encontraba en paro. Dijo que ni su cliente, ni Hamid Ahmidan "participaban en nada de lo que hacían el resto de personas que estaban en la casa".

Se refirió, a continuación, al viaje que realizó el 29 de febrero de 2004 a petición de "El Chino", día en que éste regresaba de Asturias a Madrid transportando los explosivos robados en Mina Conchita, para destacar que ni siquiera ha quedado acreditado que el suicida trajera la dinamita en ese viaje.

Apuntó que la relación que El Gnaoui tenía con Ahmidan era "la justa" para realizar los trabajos de la casa -el fiscal le considera hombre de confianza del suicida- y que "si realmente hubiera sido integrante se le hubiera pedido que estuviera allí colaborando con ellos", añadió Bernal al relatar que su cliente sólo hizo un favor que le pidió "El Chino" porque "él sabía conducir y los otros chicos no".

Criticó que algunas de las partes procesales hayan generado dudas sobre el proceso porque, en su opinión, lo han hecho "para despistar" acerca del "verdadero origen" de la masacre y recalcó que hay muchos "puntos oscuros en este procedimiento".

En este sentido, destacó que tras el informe final de explosivos elaborado por ocho peritos para la vista oral, no ha quedado probado qué tipo de dinamita explotó en los trenes y, según dijo, "lo que ha quedado probado es que no explotó Goma 2 ECO", como sostiene la Fiscalía.

Vulneración de derechos

Más tarde, también en la extensa sesión del miércoles, el abogado de Abdelilah El Fadual, José Luis Laso, aseguraba respecto a su cliente, para quien pidió la absolución, que "ser amigo de un terrorista no convierte a ese amigo en terrorista", al tiempo que aseguró que no hay ninguna prueba que acredite la acusación de pertenencia a organización terrorista.

La defensa invocó la nulidad del auto habilitante de la entrada y registro en el domicilio del acusado por vulneración de los derechos consagrados en los artículos 18 (inviolabilidad del domicilio) y 24 (derecho a la tutela judicial efectiva) de la Constitución. Además, entiende que el auto que acordó la medida no contenía la fundamentación jurídica necesaria, pues “sólo se exponía en él la comisión de los atentados”. Ello no obstante, ha explicado, es doctrina jurisprudencial que toda medida restrictiva de derechos fundamentales debe contener una motivación suficiente.

Durante su alegato el letrado sostuvo que no está probado que El Fadual, para quien el fiscal pide 12 años de prisión y que ha sido calificado por algunos de los testigos como "el mejor amigo" de Jamal Ahmidan 'El Chino', colaborara con el suicida en el tráfico de drogas ni en el robo de vehículos.

Se refería, a continuación, a los comentarios vertidos durante el proceso, que El Fadual reparaba los coches de “El Chino”, pero, ha mantenido el letrado, que Abdelilah El Fadual sólo fue en una ocasión, en enero de 2004, con Ahmidan a ver un vehículo en el taller, por la razón de que iba a comprar un coche (BMW) de Hicham Ahmidan. Y en esa ocasión fueron también Hicham y Gabi “El Palestino”. Todos los vehículos que usaba “El Chino” eran de su propiedad. Además, el vehículo que iba a comprar Abdelilah no se hizo desaparecer, “puesto que el acusado incluso bajó con él a Ceuta”.

Laso reconoció que entre 1998 y 2000 su patrocinado y "El Chino" mantuvieron una relación muy estrecha ya que "era una época en la que salían mucho por la noche", pero explicó que esa relación ya no era igual desde que Jamal Ahmidan regresó a España tras cumplir una condena de prisión en Marruecos.

Jose Luis Laso concluyó preguntando a la Sala si, de no haber fallecido siete personas en el atentado suicida de Leganés, no haber huido varios acusados de perpetrar los atentados y no haberse descubierto los perfiles genéticos en diferentes escenarios de la masacre, "¿puede alguien creer que mi patrocinado hubiera sido siquiera procesado?".

Sin contraste

Por su parte, el abogado de Saed El Harrak, Bernardo Monfort, pedía la absolución, porque "no ha habido ningún testigo que haya relacionado a mi cliente" con ninguno de los escenarios que han tenido relación con el 11-M, ni se ha probado ninguna actividad delictiva, lo que, en su opinión, lleva a descartar su pertenencia a ninguna célula terrorista.

En relación a los tres escritos que aparecieron entre las pertenencias de El Harrak -cuya autoría se atribuye al suicida Abdennabi Kounjaa, porque en ellos aparecen su firma y cinco huellas suyas-, el letrado señaló que no se ha demostrado de forma contundente, ni se contrastó el contenido de esa carta referente a la Yihad y ni siquiera la firma y las huellas.

Bernardo Monfort insistió en que El Harrak no participó en los fines de los autores de la masacre porque "él ya había conseguido los suyos, que eran venir a España, mejorar su calidad de vida y tener una familia", y el único indicio que hay es que conocía a Abdennabi Kounjaa.

El Harrak, según su abogado, pidió a Kounjaa que su mujer acompañara a la suya al ginecólogo y "ahí -dijo- cavó su propia tumba".

El letrado negó que su patrocinado mantuviera, como sostiene la Fiscalía, un contacto telefónico muy intenso con varios de los terroristas que se suicidaron en el piso de Leganés, además de Kounjaa, los hermanos Rachid y Mohamed Oulad Akcha, con quienes apenas tuvo relación, indicó el letrado.

El número de teléfono de El Harrak fue encontrado entre los restos del piso de Leganés, y en él se hallaron registradas varias llamadas de los suicidas.

Sin embargo, el abogado destacó que "no se puede acusar a nadie" por unas llamadas telefónicas y denunció que "este calvario", en referencia a las irregularidades cometidas con la detención de su patrocinado, "nos puede pasar a cualquiera".

"Esto genera inseguridad jurídica" y crea indefensión, dijo, a lo que añadió que en el caso de que se produzca una condena de El Harrak, pedirá que se depuren responsabilidades y la condena "en "costas" de las partes que han mantenido la acusación, porque "estaríamos ante una estafa procesal", concluyó.

Ensañamiento injustificado

La defensa de la acusada Carmen Toro centró su informe, en que su patrocinada está sentada en el banquillo de los procesados por ser "en su día" la mujer de José Emilio Suárez Trashorras y consideró que "sin ella el resultado de los hechos hubiera sido el mismo".

Peña subrayó que cuando ocurrió la masacre Carmen tenía 20 años, era "notablemente inmadura", estaba recién casada con Trashorras, muy apegada a su entorno familiar y destacó que es insegura y que no tiene un carácter fuerte, lo que, según dijo, hace que ésta deje que las decisiones las tomen otros.

Añadió además que no tiene "facilidad de palabra" y que incluso la pierde cuando se encuentra en una situación que le supera y le pone nerviosa, y en este sentido recordó que "contestó malamente a esta letrada" cuando declaró en la vista.

"No es consciente prácticamente de nada de lo que hace su marido", recalcó la abogada al señalar que, según declaró un perito en el juicio, la enfermedad mental que sufre Trashorras puede hacer que lleve una doble vida, que "perfectamente podía desconocer" Carmen, agregó.

Consideró que ha existido un "ensañamiento injustificado" por parte de varias acusaciones contra su cliente y apuntó que quizá sea por ser la única mujer acusada en el proceso o por la trascendencia mediática que ha tenido, e incluso dijo que parece que alguna acusación "se ha olvidado de los derechos humanos".

Sobre el suicida Jamal Ahmidan, "El Chino", dijo que, como declaró en la vista, lo había visto una vez en la finca de Chinchón, pero "eso no significa que pueda conocer mucho más ni implica una actividad de tráfico de explosivos".

Redondeo de libros

La letrada Pilar Gómez Pavón, defensora del ex vigilante de seguridad de Mina Conchita, Emilio Llano, para el que el fiscal pide 5 años de cárcel por desatender sus obligaciones de registrar las entregas y el consumo de explosivos en la explotación, ha asegurado que su cliente siempre trabajó con el sistema que le indicó la empresa propietaria de la mina y como lo hacía el anterior vigilante y subrayó que era "personal subalterno" de la dirección facultativa de la empresa Caolines de Merillés.

“No es cierto que todo el control del material de la mina correspondiese a Emiliano”, ha dicho la letrada, que ha continuado relatando que “por esta defensa se solicitó un certificado a la Dirección General de Minas para que indicasen quien era el director facultativo de la mina, que en el tiempo de los atentados era Roberto López Fernández, quien tenía las competencias que le atribuye la legislación vigente”. Y ha resaltado que, “según la legislación de minas, es obligación de la empresa comunicar a la autoridad administrativa competente la identidad del director facultativo de cada mina, pero cuando solicitó la certificación no constaba ese dato en la Dirección General de Minas”.

Relató, finalmente, que también a que había "inexistencia de anomalías" en la explotación minera y que el "redondeo" de los libros de contabilidad donde se anotaba el consumo de explosivos era "algo normal en las minas" y conocido por la Guardia Civil, institución de la que dijo que consideraban como algo que "era y había sido normal" las "pequeñas sisas" de explosivos en la minería".

Sustitución de los suicidas

Tanto el abogado de la defensa de El Haski, José Luis Borraz, como la de Belhadj, Francisco Andújar, acusados para los que el fiscal pide 38.962 años de cárcel, coincidieron el jueves 28 de junio en que la acusación es un invento de la policía, la Fiscalía y el juez instructor, por lo que reclamaron su absolución y el segundo de ellos, además, dijo que la conexión entre su cliente y los otros dos presuntos ideólogos sigue siendo "un misterio", ya que "alguien tendría que haber demostrado que estuvieron en el mismo sitio y al mismo tiempo" y no se ha hecho.

Andujar se preguntó si su defendido y los otros dos supuestos ideólogos del 11-M, El Sayed, "Mohamed El Egipcio" y El Haski estarían acusados en este proceso si en el banquillo de los procesados estuvieran sentados los siete suicidas de Leganés, los cuatro huidos y las personas a las que corresponden los siete perfiles genéticos anónimos que se hallaron en Leganés.

El abogado comparó el proceso con “una casa de apuestas”, en el que la Fiscalía y el resto de los acusadores habrían sentado en el banquillo a 28 de los 116 imputados en el sumario, de forma aleatoria, para ver si así acertaban a condenar a alguno de los culpables, para, a continuación afirmar que “las acusaciones se han visto en la obligación de internacionalizar el proceso con la imputación de supuestos líderes europeos de Al Qaeda para dar categoría al juicio y justificar los tres años de investigación”.

También recordó que uno de los agentes que han declarado durante el juicio se inclinó por la posibilidad de que el suicida Jamal Ahmidan "El Chino" fuera Abu Dujana, ya que en las distintas grabaciones en las que se reivindicaba el 11-M en su nombre no aparecía "El Chino", salvo la encontrada entre los escombros del piso de Leganés, donde es Jamal Ahmidan quién aparece en calidad de jefe.

Para defenderse de esa acusación, Andújar se refirió a la declaración que prestó ante la Policía su sobrino, el también acusado Mohamed Moussaten, en la que aseguró que a su tío "le parecía poco" lo que había pasado en Madrid, y destacó que en ese interrogatorio "se rebasaron los límites de la legalidad" para que el joven implicara a su cliente.

Cuestionó la labor de las fuerzas de seguridad y mantuvo que la relación de su cliente con el supuesto autor material Abdelmajid Bouchar y el huido Mohamed Afalah "se ha engordado", pues "como no había nada, no había más remedio que engordarla", y recordó que en los diferentes escenarios de los atentados (finca de Chinchón, piso de Leganés, etc.) no han aparecido huellas de Belhadj.

Sin presencia en el juicio

El abogado defensor de El Haski, José Luis Borraz, negaba que su cliente perteneciera al Grupo Islámico Combatiente Marroquí (GICM), del que la Fiscalía le considera líder en España, y que tuviera alguna implicación en la preparación de los atentados de Madrid.

Aseguró que no ha habido ninguna prueba de que su cliente fuera del GICM, y destacó que hasta uno de los agentes que elaboró el informe en el que se basa la acusación dijo en la vista que "su pertenencia era controvertida".

El letrado manifestó que su defendido "apenas ha tenido presencia en este juicio" y confió en que este hecho redunde en su beneficio. Puso también de manifiesto que el interrogatorio practicado a los procesados "no proporcionó prueba de cargo alguna y ni siquiera el menor indicio".

Dijo que El Haski, del que manifestó que nunca ha estado en Madrid apenas ha tenido presencia en el juicio, porque no conocía a ninguno de los más de cien imputados que ha habido en este proceso, ni tampoco a los siete suicidas de Leganés, lo que, a su juicio, lleva a descartar el delito de pertenencia a organización terrorista del que le acusa el fiscal.

Borraz se refirió a las manifestaciones de los presos islamistas en Francia Attila Turk, Bachir Ghoumid y Youssef M'Saad -encarcelados por su relación con el GICM- que implican a su patrocinado con el 11-M y sobre las que, destacó, se ha basado su acusación, y en concreto, recordó que el primero de ellos no reconoció en la vista las declaraciones que prestó ante la Policía.


Ante las fuerzas de seguridad, Turk dijo que El Haski "estaba muy nervioso y preocupado" antes de los atentados de Madrid, aunque el letrado destacó que prestó once declaraciones y que en ellas no implicó a su defendido en la ideación y preparación del 11-M y apuntó que esa idea surge a raíz de las traducciones que se hacen.

Además subrayó que Turk, quien reconoció que alojó a El Haski en marzo de 2004 sin precisar si antes o después del 11-M , declaró "en condiciones próximas a la tortura" y, por lo tanto, esas declaraciones están "viciadas en origen".

Explicó que ese nerviosismo y preocupación a los que se refería Turk eran consecuencia de que su patrocinado no tenía donde alojarse en Francia.

Convidado de piedra

Ricardo López Sánchez, defensor de Nasreddine Bousbaa, aseguraba que su cliente nunca manipuló los tres pasaportes que el suicida Jamal Ahmidan, "El Chino", le entregó para que los falsificara y añadió que su patrocinado nuca supo que "estaba tratando con un integrista radical".

El letrado, que pedía la absolución de Bousbaa, para el que la Fiscalía pide 13 años de cárcel por colaboración con organización terrorista y falsificación de documentos oficiales, lo calificó "cariñosamente" como un "auténtico convidado de piedra" pues, dijo, nadie le ha nombrado en este juicio.

El letrado contó que Bousbaa conoció a "El Chino" a mediados de enero de 2004 a través de una tercera persona y dijo que quedó con él porque quería que examinase unos pasaportes, pero destacó que estaban en mal estado para falsificarlos, tras lo que se los llevó a casa "a la espera de que le llamase Jamal para la devolución", lo que, según el letrado, hizo dos o tres días antes del 11-M.

"Se los devolvió sin manipular", recalcó López Sánchez, que añadió que en los dos registros que se practicaron en el domicilio de su cliente no se hallaron ni sellos, ni fotografías, ni pegamentos, ni máquinas plastificadoras, así como "ninguna documentación que vinculase a Bousbaa con movimientos integristas".

Manifestó también que cuando su cliente conoció a “El Chino”, lo calificó de "polidelincuente" y del que dijo que Bousbaa lo vio en tres ocasiones, "no podía sospechar de que sería un futuro terrorista".

Además, indicó que cuando el suicida le preguntó por falsificaciones su patrocinado pensó que se dedicaba al trapicheo de drogas o a traer personas de Marruecos a España que cruzaban el Estrecho de Gibraltar.

Pensaba que era hachís

La abogada de Antonio Iván Reís Palacio "Jimmi", María del Mar Ramos, afirmaba, también en la jornada del jueves, que nadie "en esta sala puede afirmar" que el contenido de la mochila que trasladó su cliente a Madrid el 9 de enero de 2004 pudiera ser explosivo y no hachís en mal estado, como declaró Reís en el juicio.

Esta letrada sostuvo que su patrocinado "pensaba que trasladaba hachís en esa mochila que estaba cerrada con un candado" y que, a día de hoy, todavía ninguna prueba ha acreditado que transportara otra cosa.

Recordó que Iván sintió un "dolor inmenso ante los atentados del 11-M", y que se vio implicado en unos hechos que le provocan una profunda repulsa por ese único traslado de una mochila, pero dijo que "nunca ha sabido nada de una trama asturiana de explosivos".

Ramos relató que Iván Reís, para quién el fiscal pide cuatro años de cárcel por tráfico de explosivos y asociación ilícita, sólo tuvo una actuación puntual ese día 9 de enero, y no participó en ninguna de las actividades ilícitas de los acusados Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras.

La letrada pidió la libre absolución de su cliente y, en todo caso, la aplicación de la eximente completa de miedo insuperable, ya que aseguró que Iván Reís fue amenazado por Antonio Toro (al que conoció porque trabajaban en la misma empresa y con quién tenía una deuda de hachís), para que realizara ese viaje que en un principio se negó a efectuar. Además, “El Chino” casi le pegó porque no entregó una cantidad de dinero.

Además. Señaló que Gabriel Montoya Vidal, que ha constituido un pilar básico de la acusación, en juicio ha declarado que no ha tenido ningún trato con “Jimmi" y que sólo sabía que vivía en un barrio de Avilés y que pensaba que bajaba hachís

Abuso de confianza

El abogado de Iván Granados Peña, Miguel García Pajuelo, argumentaba el viernes 29 de junio, que su cliente fue utilizado por el procesado Emilio Suárez Trashorras, quién abusó de su confianza porque era una "persona bondadosa, confiada y abierta".

Iván Granados está acusado de los delitos de asociación ilícita y de suministro de explosivos, por los que la Fiscalía pide en su caso un total de 4 años de prisión.

García Pajuelo calificó a su cliente como una persona "buena y bondadosa" pero con un carácter gregario e influenciable que propició que "fuera utilizado" por José Emilio Suárez Trashorras que hizo incluso uso de su teléfono móvil para efectuar distintas llamadas a “El Chino” y al Inspector Jefe de Estupefacientes de Avilés, Manolo García "Manolón", desde el mismo.

El letrado aseguró que su cliente no participó en ninguna actividad ilícita con el procesado Emilio Suárez Trashorras, y recordó que se negó a transportar explosivos a Madrid cuando éste se lo propuso, por lo que dijo que no existían los delitos de asociación ilícita y suministro de explosivos, por los que el fiscal pide cuatro años de cárcel.

Relató que lo único que hizo su cliente fue acompañar a Trashorras a un mirador cercano a Mina Conchita, donde el primero le dijo que iba a recoger unos DVD sobre caza, y que Iván Granados no bajó del coche. Por último, le propuso hacer un viaje a Madrid para transportar explosivos y su patrocinado se negó.

Sobre las declaraciones acusatorias de Gabriel Montoya, “El Gitanillo”, argumentó que resultan contradictorias, pues parece ser un agente orientaba sus declaraciones y por eso, en algunas ocasiones, carga contra Suárez Trashorras y otras contra Iván Granados. Así, señaló el letrado, “dijo que vio a Iván al día siguiente del viaje de éste a Madrid y que le dijo que sabía que había bajado explosivo, porque había acompañado a Trashorras a la mina. Esto es algo inventado. Iván lo ha negado y Montoya Vidal nunca vio a Iván en la mina”.

También hizo notar que Carmen y Antonio Toro han declarado no “conocer” a Iván y haberle visto sólo en alguna ocasión, pues “Iván sólo conocía a Trashorras y a “El Gitanillo”. No tiene contacto alguno con Raúl González Peláez,  ni con Javier González Díaz, ni con Sergio Álvarez Sánchez, ni con Antonio Iván Reis”.

Al igual que han hecho otros letrados en sus alegatos finales, García Pajuelo denunció irregularidades en el interrogatorio efectuado a su cliente cuando fue detenido, y pidió la nulidad de las actuaciones por las irregularidades que ha provocado el secreto del sumario.

García Pajuelo explicó que su defendido implicó a otro de los acusados Raúl González, "El Rulo", porque durante una de las declaraciones efectuadas cuando se encontraba detenido, sin contar con asistencia letrada, le ofrecieron darle una pizza para cenar y le dijeron que iban a poner le en libertad.

"Mi cliente accedió", agregó el abogado que recordó que en aquel momento Granados sólo tenía 21 años. Por ello, solicitó que esta declaración sea tenida como "nula".

No cobraba alquiler

El abogado Julio Sánchez-Majano, defensor de Mohamed Larbi Ben Sellam, negaba, por su parte, la pertenencia de su defendido a la célula terrorista responsable de los atentados y señalaba, que a pesar de que el confidente policial "Cartagena" le haya acusado de ser el “mensajero" de "El Egipcio", solo coincidió con éste en la Mezquita de Estrecho y no mantuvo posteriores contactos telefónicos con el considerado autor intelectual de los atentados.

Sánchez-Majano explicó, para demostrar que su cliente, al que se le atribuye el adoctrinamiento de muyahidines para ser enviados a Irak, no cometió los delitos de pertenencia a organización terrorista y conspiración para el asesinato terrorista por los que el fiscal pide 27 años de cárcel.

Destacó que "El Egipcio" no habla de Larbi Ben Sellam en ningún momento ni mantiene conversaciones telefónicas u otros contactos con él cuando se encuentra en Italia. Tampoco puede extraerse ningún dato en este sentido, de la información existente en la comisión rogatoria italiana, afirmó el abogado defensor.

El abogado descartó que su defendido ofreciera cobertura logística a Mohamed Afalah, huido y al que se supone muerto en Irak o al acusado Youssef Belhadj, para facilitarles su salida de España.

Relató que su cliente vivía en la localidad barcelonesa de Santa Coloma de Gramenet pero la casa que habitaba, anexa a la Mezquita, era un lugar de paso de multitud de personas que la utilizaban para dormir ya que no se cobraba alquiler.

Explicó muchos jóvenes musulmanes que llegan a España sin trabajo y con escasa formación, acuden a estos centros como un medio de encontrar trabajo y conocer a otros musulmanes ya asentados en el país.

Documentos falsificados

La sesión del viernes registró también la intervención de la defensa del acusado Mahmoud Slimane Aoun, Cristóbal Gil del Campo, quién aseguró que la documentación falsa que tenía su cliente cuando fue detenido el 28 de julio de 2004 era suya, y no del suicida Jamal Ahmidan, "El Chino", pues aunque estaba manipulada aparecía la foto de su patrocinado.

"Esa documentación no puede ser utilizada para ninguna otra persona porque se tendría que proceder de nuevo a una manipulación del documento", sostuvo el abogado, que añadió que en el registro que se practicó en el domicilio de Slimane Aoun no se halló "ningún otro documento", ni materiales, ni instrumentos para falsificar.

Además, subrayó que su patrocinado, quien se enfrenta a una petición de pena del fiscal de 13 años de cárcel por colaboración con organización terrorista y falsificación de documentos oficiales, "ni siquiera tiene las facultades físicas" para manipular documentos, pues "como todo el mundo sabe le faltan dos dedos de una mano, cosa que le imposibilita para realizar labores de falsificación”.

El abogado defensor ha descartado que su cliente sea culpable de los delitos de los que se le acusa, ya que la principal prueba en su contra, el registro de las llamadas efectuadas a "El Chino", no es correcto ya que de los 140 contactos del listado sólo 95 fueron efectivos.

Gil del Campo recordó además que su cliente, que siguió la exposición de su defensa con angustia y gran parte del tiempo con las manos entre la cara, no está en libertad porque no pudo pagar la fianza de 50.000 euros que le impuso el juez instructor del 11-M, Juan del Olmo, en abril de 2006.

La sesión se reanudará el próximo lunes, día 2 de julio, a las 10 de la mañana cuando se reanudara con las intervenciones del abogado del presunto ideólogo del 11-M, "El Egipcio", Endika Zulueta, y del letrado del supuesto autor material Jamal Zougam, José Luis Abascal.

Después de estas intervenciones será el turno de ultima palabra para los veintiocho acusados, tras lo cual, el juicio quedará visto para sentencia.