ASI LO CUENTAN
Aquello de 'in dubio' crece un poquito más cada día
Víctor de la Serna
No se puede decir que Victoria Prego, en EL MUNDO, y Ernesto Ekaizer, en 'El País', hayan estado comentando y analizando el juicio del 11-M con la unanimidad, la armonía de una pareja de tortolitos. Pero el desmontaje implacable, por parte de sus abogados, de las acusaciones contra muchos de los acusados está produciendo en ambos cronistas la misma reacción: sorpresa y desasosiego ante la demostrada endeblez de las pruebas, y expectación creciente. ¿Cómo lo tomarán los jueces?
Aquello de 'in dubio' crece un poquito más cada día
Víctor de la Serna
No se puede decir que Victoria Prego, en EL MUNDO, y Ernesto Ekaizer, en 'El País', hayan estado comentando y analizando el juicio del 11-M con la unanimidad, la armonía de una pareja de tortolitos. Pero el desmontaje implacable, por parte de sus abogados, de las acusaciones contra muchos de los acusados está produciendo en ambos cronistas la misma reacción: sorpresa y desasosiego ante la demostrada endeblez de las pruebas, y expectación creciente. ¿Cómo lo tomarán los jueces?
«Si un porcentaje elevado de las afirmaciones que formuló ayer la defensa del procesado Yusef Belhadj, uno de los tres acusados de ser autor intelectual de los atentados en los trenes, resultan ser ciertas, la acusación contra él caería al vacío más profundo», escribe Ekaizer. «El onus probandi es la carga de la prueba. Quien acusa debe probar. A quien afirma incumbe la prueba. En dos casos muy serios desde el punto de vista de la acusación -Hasan Haski y Yusef Belhadj- no se ha cumplido dicho principio».
El efecto acumulado de las defensas convence a Prego de que «no estamos ante una triquiñuela de los letrados, sino ante algo verdaderamente grave. Algo que es imposible que no sea tenido en cuenta por el tribunal». Y remacha: «Estamos ante el principio de la presunción de inocencia y ante el celebérrimo axioma de que, en caso de duda, hay que inclinarse en favor del reo. [Francisco] Andújar tuvo ayer la dificilísima tarea de defender a uno de los presuntos autores intelectuales de la matanza del 11-M, Yusef Belhadj. Pero lo hizo, vaya que sí».
José María Brunet, en 'La Vanguardia', lo ve menos significativo: «Lo que para algunos letrados son dudas, para el fiscal y las acusaciones son certidumbres. Y en ciertos casos, entre la duda y la certidumbre, no hay más distancia que la del filo de una navaja».
Por su parte, Pablo Ordaz, que la víspera loaba en El País a estos defensores, se va inquietando. Ve un linchamiento «desde aquel día tan señalado, martes 12 de junio, en que la fiscal Olga Sánchez intentó defenderse de los ataques sufridos durante la instrucción y el juez Gómez Bermúdez le cortó el micrófono de un tajo. Aquel gesto fue la frontera. Su turno acabó y empezó el de los abogados. A partir de entonces, barra libre. Contados han sido los defensores que no han sucumbido al siempre tentador pimpampum».
Luis del Pino, en EL MUNDO, resume sin conmiseración: «Me temo que la Fiscalía se va quedando sin cerebros, igual que se ha quedado sin autores materiales». Y advierte, de paso, de que la extradición de Belhadj podría anularse, por falsa motivación.
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