JUICIO POR UNA MASACRE / Las conclusiones / Día 56
La defensa de Granados acusa a la Guardia Civil de utilizarlo con «mala fe» para imputar a 'El Rulo'
JOAQUIN MANSO
Un abogado insinúa que los mismos que tenían que controlar el flujo de la dinamita en las minas quisieron desviar la mirada hacia un chivo expiatorio. La vista se reanudará, por última vez, el próximo lunes, con los informes de las defensas de Jamal Zougam y de 'El Egipcio', y el esperadísimo turno de última palabra.
La defensa de Granados acusa a la Guardia Civil de utilizarlo con «mala fe» para imputar a 'El Rulo'
JOAQUIN MANSO
Un abogado insinúa que los mismos que tenían que controlar el flujo de la dinamita en las minas quisieron desviar la mirada hacia un chivo expiatorio. La vista se reanudará, por última vez, el próximo lunes, con los informes de las defensas de Jamal Zougam y de 'El Egipcio', y el esperadísimo turno de última palabra.
MADRID.- Ayer volvió a escucharse en la sala la tesis de que la Guardia Civil de Asturias construyó una imputación fantasma contra el minero Raúl González El Rulo para poder explicar así cómo Suárez Trashorras pudo robar cientos de kilos de explosivos de Mina Conchita. La expuso en esta ocasión el letrado del acusado Iván Granados, Miguel García Pajuelo, casi con tanto ahínco como lo había hecho la semana pasada el propio defensor de El Rulo, Endika Zulueta.
García Pajuelo sostuvo que el Instituto Armado utilizó «con mala fe» para ello a Iván Granados -«un joven de 21 años, de personalidad gregaria»-, al que habría presionado -«hay agentes especialistas en ello»- para que inculpase al minero, a cambio de una pizza para cenar y de su libertad. El acusado dijo entonces que Emilio le había confiado que era El Rulo quien le suministraba los explosivos y que él mismo había acompañado en una ocasión a Suárez Trashorras a comprar unas mochilas. Sin saberlo, se estaba autoinculpando.
El letrado explicó que esa declaración se produjo tras casi cinco días de detención, uno sin comer, de madrugada y a escasas horas de que expirase el plazo para que El Rulo e Iván Granados tuviesen que pasar a disposición del juez. También, que ya al día siguiente se retractó en sede judicial ante Del Olmo, manteniendo que Trashorras nunca le dijo de dónde sacaba la dinamita, lo mismo que sostuvo ante el tribunal.
Esto último sí coincidiría con lo que Iván dijo a la Guardia Civil en una primera declaración, prestada a los dos días de su detención, en presencia del abogado del turno de oficio que se le designó: el propio Miguel García Pajuelo. Curiosamente, la Guardia Civil llamó para la siguiente, de la que salieron implicados El Rulo y Granados, a una letrada distinta que, además, acudió indocumentada, por lo que el acusado tuvo que ser asistido por un tercer colega que acompañaba a aquélla.
García Pajuelo consideró que, si no le avisaron a él, fue «con evidente mala fe», precisamente para que no pudiese contrastar esa declaración con la anterior ni conocerla hasta mucho tiempo después, cuando se levantó el secreto de sumario. «Y este letrado ha tenido que aguantar que por invocar esta nulidad se le llame 'abogado de Barrio Sésamo'. No ofende quien quiere..., y menos un fiscal [en referencia a Carlos Bautista] que pide una relación laboral para los confidentes», afirmó, visiblemente contrariado.
Como el resto de las defensas, atacó con dureza el largo secreto de sumario que, a su juicio, ha vulnerado el principio de igualdad de armas y ha generado una «total y absoluta indefensión».
Asimismo, el abogado calificó de «maremágnum de contradicciones» a El Gitanillo, que en el juicio testificó que se enteró por Iván Granados de que lo que había transportado a Madrid en un autobús habían sido explosivos. «En otras cinco ocasiones dice una cosa distinta», destacó García Pajuelo, cuyo relato es otro: que es Iván el que se entera por El Gitanillo de que éste había llevado una bolsa con dinamita.
El letrado recordó que ese viaje del menor se produjo tras la negativa de Iván a hacerlo, según la versión del acusado y del mismo Trashorras. Insistió en que la única participación de su patrocinado en los hechos había sido la reconocida por él: que acompañó al ex minero a El Mirador -en las proximidades de Mina Conchita, circunstancia que Iván, según el abogado, no sabía-, donde un desconocido, al que el acusado no pudo ver porque se quedó en el coche, entregó a aquél una bolsa «con CD de caja». La Fiscalía, que pide cuatro años de cárcel, sostiene en cambio que esa persona es El Rulo y que lo que le da a Trashorras son explosivos, y que el acusado cumplió una función de vigilante.
García Pajuelo aprovechó para dirigirse afectuosamente al padre del acusado, Manuel Granados, que «ha compartido con su hijo» cada sesión del juicio.
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