lunes, 2 de julio de 2007

Ya se oyen los claros clarines y los timbaleros




PREGUERIAS
 
Ya se oyen los claros clarines y los timbaleros
 
VICTORIA PREGO

Este juicio va a terminar con una traca de aúpa, como las que ponen los ayuntamientos para que el público comprenda que los fuegos artificiales han acabado. Sólo que en este caso los tales fuegos no han sido artificiales sino muy reales y han corrido a cargo de una serie de abogados de oficio que, como dijo el jueves uno de ellos, se han dejado la salud en este intento.

La traca final va a ser, dicen, la que protagonicen los defensores de Jamal Zougam y de Rabei Osman, El Egipcio. Hay expectación. Y esa expectación general fue la que diluyó la atención sobre el trabajo de los abogados que intervinieron ayer. Pero nada de esto arrugó, sin embargo, a Miguel García Pajuelo quien, conforme pasaban los minutos, se iba calentando más y más al hablar de los cargos que Fiscalía y acusaciones imputan a su defendido, Iván Granados. Del mismo modo demoledor que otros colegas suyos antes que él, este letrado enumeró las circunstancias de la detención del joven, las declaraciones hechas en comisaría y la extraña peripecia sufrida por la asistencia letrada de su defendido, un chico inseguro que, sin embargo, juntó en su momento el valor necesario para negarse a obedecer a Suárez Trashorras y viajar a Madrid llevando explosivos. Tampoco se privó de afirmar el abogado que estábamos, una vez más, ante una imputación prefabricada con el único propósito de que todo encaje en el esquema policial de lo ocurrido.

Cristóbal Gil defendió, por su parte, la inocencia de Mahmoud Slimane y Julio Sánchez se esforzó en intentar sacar a Larbi Ben Sellam de la red del fanatismo terrorista donde le colocan las acusaciones. Claro que no es imaginable que todos los procesados acaben siendo declarados inocentes, que es lo que han pedido sin excepción sus abogados. Sin duda habrá condenas, pero está claro que ya no se puede seguir dando por bueno ni el organigrama del grupo terrorista que exhibió un letrado de la acusación, ni tampoco la autoría intelectual del atentado. Aquella inicial certeza con la que se abrió el juicio, según la cual estaba perfectamente acreditado que Haski y Beljahd fueron dos de los tres cerebros que planificaron la matanza, quedó el jueves colgada de la brocha porque perdió toda su base probatoria. Pero si tampoco se puede establecer el explosivo que estalló en los trenes, no se vislumbra qué grado de responsabilidad penal se va a poder adjudicar a muchos de los individuos que se sientan en el recinto acristalado. Este decisivo cambio en el clima del juicio es obra directa de las demoledoras intervenciones de los abogados defensores...que no han terminado todavía de hablar. El lunes rematan los últimos dos. Se oyen los clarines. Y hasta los timbales.

victoria.prego@el-mundo.es


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