lunes, 2 de julio de 2007

Datadiar: Crónica del lunes 2 de Julio de 2007





Gómez Bermúdez declara el juicio “visto para sentencia”

El juicio del 11-M, en la quincuagésima séptima y última jornada, ha quedado visto para sentencia, tras anunciarlo hoy a la Sala el presidente del Tribunal, Javier Gómez Bermúdez. A partir de ahora, los jueces Gómez Bermúdez, Fernando García Nicolás y Alfonso Guevara, dictarán sentencia, previsiblemente a mediados del próximo mes de octubre.

A lo largo de la jornada, los imputados han ejercitado su última palabra, que casi todos han aprovechado para reiterar su inocencia.

Antes, no obstante, intervinieron las defensas de Jamal Zougam, uno de los supuestos autores materiales de los atentados, y de Rabei Osman el Sayed "Mohamed El Egipcio", presunto ideólogo del 11-M.

Jose Luis Abascal, abogado de Zougam ha presentado a su cliente como "la cabeza de turco que nos ofrecieron a todos", y ha desacreditado la actuación policial y a los testigos que le reconocieron como una de las personas que colocó las bombas.

El letrado consideró "increíble" que ninguno de ellos viera antes la foto de Zougam -cuya detención el 13 de marzo de 2004 afianzó la línea islamista de la investigación-, ya que, en su opinión, "fue el chivo expiatorio y la cabeza de turco que nos ofrecieron a todos".

Acusó al Ministerio Fiscal de realizar un "fantástico ejercicio funambulista acusatorio", al mantener que cuatro testigos identificaron a Zougam en los trenes de Santa Eugenia, El Pozo y Vallecas.

Por su parte, el abogado de “El Egipcio", Endika Zulueta, ha dicho en su alegato final de defensa, que se han falseado los hechos para presentar a su cliente como una persona radical y extremista y crear un "perfil de terrorista" sin pruebas de su implicación.

Zulueta ha explicado que su cliente llegó a España como cualquier inmigrante para buscar trabajo, pero que, desde su detención el 7 de junio de 2004 en Milán, se ha construido una imagen de una persona extremadamente religiosa y radical sin que estuviera implicado en ningún hecho delictivo.

En este juicio, indicó el letrado, se han dedicado más horas a analizar la supuesta personalidad de Rabei que a aportar pruebas de su implicación en los hechos, y las pruebas que se han presentado, añadió, "tienen valor cero".

A continuación, se inicio el turno de últimas palabras. El primero fue el supuesto autor material de los atentados, Jamal Zougam, quien ha condenado los atentados, al igual que hiciera cuando declaró ante el tribunal y ha asegurado que es una víctima de los medios de comunicación, que le utilizaron para culpar a islamistas de la masacre.

"Nadie comete un atentado utilizando las tarjetas de su negocio. Creo que sólo este dato bastaría para saber que no tengo nada que ver y "condeno rotundamente el atentado y cualquier acto que acabe con la vida de inocentes", añadió Zougam.

Al igual que hizo anteriormente su abogado, Zougam calificó de "contradicciones" de uno de los testigos que le reconoció en uno de los trenes que partió de Alcalá de Henares (Madrid) y que dijo que vio a una persona colocar una bolsa debajo del asiento en el lado izquierdo del vagón, cuando, -recordó Zougam-, estaba colocado en el lado derecho.

También recordó que el testigo dijo que vio a una persona con el pelo rizado moreno y no muy corto, cuando él en aquella época llevaba el pelo largo y afirmó que "con esa descripción hubieran podido detener a cualquier persona árabe".

También se refirió al testimonio de una persona que lo reconoció en un principio y que después cambió de versión y dijo que al que vio en los trenes era al suicida Allekema Lamari.

Zougam también habló de la huelga de hambre que decidió llevar a cabo a mediados de mayo junto con otros acusados y señaló que, a pesar de estar en un régimen de aislamiento durante tres años, en todo momento "me he comportado de forma correcta y no he tenido intención de entorpecer el juicio".

El asturiano Emilio Suárez Trashorras ni siquiera salió de la "pecera", desde donde manifestó su intención de no querer dirigirse al tribunal.

A continuación declaró el supuesto ideólogo del 11-M, Rabei Osman El Sayed, "Mohamed El Egipcio", quien ha reclamado justicia al tribunal y ha afirmado que "no voy a decir más cosas, voy a contentarme con lo que ha dicho mi abogado.

Fouad El Morabit, que condenó "rotundamente" los atentados y defendió su total y absoluta inocencia, recalcando varias veces que no tuvo la "mas mínima participación" ni siquiera de la forma más pasiva en la masacre.

Insistió en que su manera de pensar, su cultura, su ideología y educación "no confiere bajo ningún pretexto dar razón a la violencia" y añadió que se siente "profundamente indignado de ser injustamente acusado de terrorista y encarcelado tres años sin la mínima justificación".

El acusado afirmó que las acusaciones sufren una especie de "síndrome de Diógenes" ya que se han dedicado a recabar continuamente datos incriminatorios que al final "resultan ser nada", a lo que añadió: "no hay nada concreto contra mí. Apelo al tribunal, primero a la lógica y luego a la Justicia".

Finalmente, denunció que sufrió malos tratos por parte de la policía durante el tiempo que estuvo detenido, en los que le amenazaron y "sólo se cuidaban de no dejar marcas".

También hizo uso de su última palabra el presunto colaborador de Jamal Ahmidan, "El Chino, el acusado Abdelilah El Fadual, que condenó los atentados y se disculpó ante los familiares de las víctimas, a los que dijo que "siempre llora por ellas" tras asegurar que es "totalmente" inocente.

"No soy un terrorista ni un delincuente, soy musulmán y practico, pero tampoco tanto", manifestó El Fadual, para quien el fiscal pide 12 años de cárcel por pertenencia a organización terrorista, y consideró que "la gente mete a todos en el mismo saco y no somos todos igual".

El supuesto ideólogo del 11-M, Youssef Belhadj, declinó hacer uso de su derecho a la última palabra y se adhirió a lo manifestado por su letrado que aseguró que no hay ninguna prueba para inculparlo y que no ha quedado acreditado que tuviera alguna implicación en la ideación de los atentados.

Antonio Toro, a continuación, resultó el primero de los acusados que en el uso de su derecho a la última palabra no condenó los atentados y únicamente explicó que nunca le entregó muestra alguna de explosivo a Zouhier y que se ha demostrado que no trasladó un detonador en un Renault Megane en el mes de julio o agosto de 2003, para lo que se escudó en la sentencia que le condenó a 10 años de cárcel por tráfico de explosivos y drogas en la "operación Pipol", y en la que consta que ese vehículo estaba en el desguace.

Por su parte, Mahmoud Slimane Aoun se declaró inocente, en un evidente estado de nerviosismo, al tiempo que condenaba los atentados y todo tipo de violencia.

"Es verdad que conocía a alguna gente", señaló, aunque matizó que lo que había entre "El Chino" y él no era amistad sino odio por su religión, ya que Slimane Aoun es chiíta y Ahmidan era suní.

Entonces, le toco el turno a otro de los presuntos autores intelectuales del 11-M, Hassan El Haski, quien también se declaró "totalmente inocente" y se preguntó qué cargos hay contra él, puesto que su nombre no ha aparecido durante la vista oral y retó a cualquiera que tenga alguna prueba contra él a que la presente.

Reclamó al tribunal que aplique justicia y que le absuelva porque, insistió, "soy totalmente inocente de la autoría" del 11-M y de cualquier acto terrorista y recordó que "si yo fuera autor intelectual no hubiera venido a España en abril de 2004".

Antonio Iván Reiss Palicio usó su última palabra para declararse inocente y dio las gracias a su abogada por el trabajo y la dedicación que le ha dedicado a su defensa

Rafá Zouhier, fue quien más expectación despertó en la sala en los cerca de cuarenta minutos que estuvo hablando y en varias ocasiones el presidente Javier Gómez Bermúdez le llamó la atención para que acortara su intervención o para que no se dirigiera directamente a las acusaciones.

De entrada, pedía a las víctimas "que abran los ojos para que paguen quienes tienen que pagar", reiteraba su inocencia y afirmaba que lo único que hizo fue dar la información que debería haber servido para evitar la masacre.

Zouhier también pidió perdón al tribunal por su comportamiento durante el juicio, en el que ha tenido que ser expulsado del habitáculo blindado hasta en cuatro ocasiones, y a las víctimas a las que haya podido ofender.

Asimismo, condenó "de forma clara y contundente" los atentados y dijo dirigiéndose a las víctimas: "Comprendo vuestro dolor y, aunque parezco una fiera dentro de esa pecera, hice todo lo que estuvo en mi mano para que esto no ocurriera".

Además, afirmó que se ha sentido incluso "humillado" después de haber hecho todo para evitar ese tráfico de explosivos y añadió que "eso me hizo parecer culpable y malo en la fase de instrucción; claro que buscaba venganza contra los que me hicieron daño, pero con la verdad".

Dijo que "claro que sabía que estaba jugando con fuego, si no me hubiera enterado de lo que hacía la trama asturiana, jugaba con fuego para evitar ese dolor. Para evitar conocerle a usted", apostilló, mirando Gómez Bermúdez.

"Yo pensaba que los de la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, a la que informaba Zouhier), eran unos tíos que defienden a los españoles, que se encargan de la seguridad que pagamos todos", aseguró el acusado, quién recordó que a ellos les contó que había 150 kilos de explosivos, porque su intención era evitar el 11-M.

Insistió en que se jugó la vida yendo a Asturias y que si se hubiera detenido a los traficantes de los explosivos no hubiera ocurrido el atentado y, sin embargo, continuó "me piden 40.000 años y eso que he demostrado por pasiva y pasiva" mi inocencia.

"Yo informé a Víctor -su controlador- de todo lo que sabía", explicó y mirando al presidente del tribunal señaló: "¿Y sabe la respuesta de Víctor? Se lo juro, señoría, fue que en Asturias estaba todo controlado".

Indicó que "yo no soy ningún chivato, yo no me chivo de hachís, yo me chivo de una cosa para salvar vidas, de los explosivos que luego se utilizaron en el 11-M".

Según la teoría que desplegó en la sala el procesado, le obligaron a hablar con los asturianos de explosivos y por eso salía con ellos de fiesta muchas veces, para sacarles información.

Por su parte, Rachid Aglif, "El Conejo", presunto "lugarteniente" del suicida Jamal Ahmidan, "El Chino", retaba al tribunal, a que "si hay una declaración de Rafá que sea verdadera, que me metan, en vez de 20 años, 40.000 millones".

Aglif ha afirmado que la fiscal Olga Sánchez se ha aprovechado muy bien de las declaraciones de Rafá Zouhier", las que calificó como "falsedades" que ha utilizado para formular las acusaciones contra él.

El acusado explicó que su único delito ha sido llevar en su coche a Zouhier a la reunión del McDonald's de Carabanchel, en la que, dijo, fue la única vez que vio al asturiano Suárez Trashorras, al que "ni le vendí chocolate, ni hablé con él, ni nada de nada", precisó.

Sobre su relación con "El Chino" y sus contactos telefónicos con él, Aglif destacó que desconocía que era terrorista y dijo: "si es terrorista lo sería él, no yo. Si me llama al móvil yo no sé que es terrorista".

También hizo uso de su derecho a la última palabra y comenzó condenando los atentados, Basel Ghalyoun, quien afirmó que el ADN hallado en el gorro que apareció entre los escombros del piso de Leganés y que se le atribuye puede ser de cualquier otra persona, y negó haber estado en aquella vivienda donde se suicidaron siete terroristas, o en el local de Virgen del Coro, donde supuestamente se celebraban reuniones integristas y donde se le situó la noche del 11 al 12 de marzo, aunque recordó que sí vivió allí durante un tiempo.

Respecto al tráfico de llamadas registradas en marzo de 2004 entre su teléfono y el del suicida Serhane Ben Abdelmajid, "El Tunecino", reconoció que existen pero afirmó que "no hay nada delictivo en esas llamadas".

Indicó que ha tenido 14.000 oportunidades de escaparse si hubiera querido, y que, sin embargo, no lo ha hecho porque es inocente.

Por su parte, el argelino Nasreddine Bousbaa pidió al tribunal, al que expresó su confianza, que dicte una sentencia justa, tras haber condenado el 11-M.
Los asturianos Iván Granados y Javier González, "El Dinamita" decidieron, al igual que Trashorras, no hacer uso de su turno de última palabra.

Abdelmajid Bouchar, otro de los supuestos autores materiales del 11-M, negaba haber estado en los trenes en los que estallaron las bombas, en el piso de Leganés donde se suicidaron siete terroristas y en la finca de Morata de Tajuña (Chinchón), donde supuestamente se prepararon los explosivos.

Recordó que la testigo que le reconoció como una de las personas que colocó las bombas en los trenes, luego rectificó y dijo que a quien vio era al acusado Jamal Zougam y afirmó con rotundidad que "yo nunca he estado en los trenes".

También negó haber estado en el piso de Leganés, a pesar de que le reconoció un policía como la persona que salió a tirar la basura y huyó al percatarse de la vigilancia policial el día 3 de abril de 2004.

Bouchar sostuvo que eso es una falsedad ya que el agente le describió con una larga barba y él ya no llevaba barba porque se la afeitó en 2002.

Reconoció que se encontró su ADN en un hueso de dátil que se recogió de esa bolsa de basura, pero indicó que no había restos de los suicidas, por lo que esa bolsa no tenía por qué proceder de esa vivienda.

Asimismo, mantuvo que nunca estuvo en la finca de Morata de Tajuña, donde también encontraron sus huellas en una máquina de afeitar y en un mango de hierro, aunque dijo que pudo haber coincidido en su trabajo con cualquiera de las personas que después trabajó en esa finca y cualquiera pudo coger esos utensilios suyos.

Bouchar se declaró inocente, condenó la masacre y todos los atentados terroristas que ocurren en el mundo, y envió su pésame a los afectados, a quienes dijo que quería "compartir con ellos ese dolor".

A continuación, el acusado Hamid Ahmidan, primo de "El Chino", y de Hicham Ahmidan, imputado por los atentados y preso en Marruecos, consideró que si sus dos primos "hubieran estado aquí", él no estaría en la 'pecera' porque, dijo, "soy totalmente inocente" y, al igual que el resto, condenó los atentados.

Otman El Gnaoui afirmó que "no pertenezco a ninguna banda terrorista porque no soy de ninguna religión", recalcó el acusado, que también condenó la masacre y reclamó justicia.

Mohamed Larbi Ben Sellam, para quién el fiscal pide 27 años de cárcel por pertenencia a organización terrorista y conspiración para el asesinato, condenó los atentados, negó haber participado en reuniones islamistas y denunció las torturas de la Policía para conseguir implicarle.

Ben Sellan, que también aseguró que no facilitó documentación falsa a otros implicados, explicó que, cuando fue detenido en el calabozo, "me trajeron carne de cerdo y me abrieron la boca para meterme esa carne y me decían me iban alimentar con esa carne".

Recordó que estuvo varias noches sin dormir y que los agentes le amenazaban con "problemas para tu familia aquí o en el extranjero", para que realizara determinadas declaraciones.

Por su parte, Mohamed Bouharrat en el uso de la última palabra reiteró que el se presentó voluntario a declarar y, sin embargo le ingresaron en prisión por falta de colaboración.
Bouharrat acusó al Ministerio Fiscal de aportar pruebas falsas y pidió al tribunal que no las tenga en cuenta.

El último en dirigirse al tribunal fue Mouhannad Almallah Dabas, agradecía, de entrada su labor al juez y a su abogado, así como el trato de la Policía durante el juicio que dijo "nada tiene que ver con el que recibimos en las cárceles".

Negó su participación en las reuniones de islamistas que le atribuye la Fiscalía y dijo a las víctimas que comprende su dolor porque vivió otra masacre terrorista en Damasco (Siria), y vio el sufrimiento de las familias.

"Yo odio la violencia en toda medida, lo pasé mal en la masacre de Madrid, porque Madrid para mí es igual que Damasco, yo nací en Damasco y mis hijos nacieron aquí", relató ante el tribunal.

Elogió el comportamiento del pueblo español, y acusó a su mujer de haber mentido y haber testificado contra él por venganza, debido a los celos.

Reconoció que tiene en su agenda el teléfono de algunos sospechosos pero que hay más de 250 nombres y solo cuatro o cinco personas pueden ser considerados radicales.

Finalmente, los asturianos Raúl González y Emilio Llano declinaron hacer uso del turno de última palabra, mientras que el procesado Mohamed Moussaten, para quién el fiscal pide seis años de prisión por colaboración con organización terrorista, se limitó a condenar "rotundamente" los atentados y a declarar su inocencia.

Tras estas intervenciones, el juicio por el mayor atentado terrorista cometido en España quedó visto para sentencia, después de que el presidente del tribunal, Javier Gómez Bermúdez, agradeciera la colaboración y comprensión de todos presentes en la sala.


No hay comentarios: