Por Emilio Campmany
Colaboraciones nº 1675 | 5 de Mayo de 2007
La jornada de ayer se presentaba aun más tediosa que la de anteayer. Y, de repente, el ambiente se cargó de electricidad cuando trajeron a la sala a un islamista (con aspecto de verdadero funadamentalista) llamado Khamal Abal, preso a consecuencia de dos operaciones contra el integrismo islámico, la operación Tigris y la operación Sello II. La primera tuvo por objeto detener a islamistas que reclutaban muyahidines para enviarlos a Irak como potenciales suicidas en atentados terroristas. La segunda se dirigió contra los islamistas que habían ayudado a huir a algunos componentes de la célula de Leganés.
La versión oficial adelgaza y se apuntala
Este testigo había sido llamado a declarar por la defensa de Rafá Zouhier. El interrogatorio al que le sometió el abogado del marroquí que fuera confidente de la Guardia Civil fue breve y las respuestas nada aportaron. Luego, comenzó un extensísimo interrogatorio de la Fiscal Olga Sánchez y Khamal empezó a contar su versión de los hechos. Reconoció abiertamente haber ayudado a escapar a los cuatro integrantes de la célula de Leganés huidos y que la Fiscalía considera responsables de los atentados en situación de rebeldía. Se trata de Mohamed Afalah, cuyas huellas aparecen en el Skoda Fabia encontrado en junio de 2004 cerca de la estación de Alcalá de Henares; de Mohamed Belhadj, que es la persona que alquiló el piso de Leganés; de Said Berraj; considerado por la Policía uno de los hombres de Abu Dahdah, supuesto responsable de al Qaeda en España; y de Daoud Ouhnane, del que se encontró una huella en la bolsa que contenía los detonadores encontrados en la Renault Kangoo, la que fue descubierta en las proximidades de la estación de Alcalá de Henares la misma mañana de los atentados. El testigo reconoció haber ayudado a huir a los cuatro. Dijo que Berraj y Ouhnane fallecieron en Irak. La Policía piensa que esa misma suerte corrió Afalah.
De los cuatro huidos, sólo dijo con claridad que participaran en la colocación de las bombas dos de ellos, Ouhnane y Afalah. De Said Berraj dijo con la misma claridad que no intervino, ya que se opuso a la comisión del atentado. De Mohamed Belhadj no dijo que participara ni que dejara de hacerlo.
Así pues, Ouhnane y Afalah, junto con los siete suicidas de Leganés, además de un décimo al que denominó Elias el Harrachi, que es la primera vez de la que se oye hablar, fueron los que pusieron las bombas. Exculpó por completo del atentado a dos de los tres procesados acusados de haber colocado las mochilas: dijo que Jamal Zougam y Basel Ghayoun no tienen nada que ver con el asunto. Sin embargo, no dijo nada de Bouchar, el hombre que pudo huir del piso de Leganés porque, cuando bajó una bolsa de basura, al ver a un policía, salió corriendo y no pudo ser alcanzado.
Por lo tanto, a la espera de aclarar qué tiene qué decir sobre la posible participación en el atentado del procesado Bouchar y del huido Mohamed Belhadj, además de contar quién es este nuevo personaje llamado el Harrachi, todos los que Khamal Abal dice que colocaron las bombas, están muertos.
También dijo que los supuestos autores intelectuales del atentado, El Egipcio, el Haski y Youssef Belhadj (no confundir con el huido Mohamed Belhadj) no tienen nada que ver con el atentado.
Contó que las bombas las prepararon un amigo de Allekema Lamari, uno que declaró hace unos días como testigo y que se llama Safawan Sabagh, y el confidente policial apodado Cartagena. Éste, según el islamista, fue el que preparó los teléfonos que debían activar las bombas, dejando que fueran los que tenían que colocarlas los que unieran los cables.
Además explicó cómo se hicieron con los explosivos gracias a la intermediación de Zouhier, que fue quien puso en contacto a El Chino con Antonio Toro y Emilio Suárez Trashorras. Al parecer, hubo una primera operación en la que se compraron 60 kilos de explosivo. Luego, a la vista de que se necesitaría más para organizar el atentado, El Chino trató de adquirir una nueva remesa, pero Trashorras se negó a facilitársela, por lo que fue Antonio Toro el que le vendió el resto hasta completar lo que necesitaban para cometer el atentado.
Tras concluir el interrogatorio de la Fiscal y de una de las acusaciones particulares, muy bruscamente, el Juez Bermúdez interrumpió la sesión a la una y veinte de la tarde hasta el lunes por la mañana. En ese momento, se retomará el interrogatorio por parte del resto de las acusaciones y de las defensas. La jornada promete ser interesante y la interrupción ha caído como pedrada en ojo de boticario, pues permitirá que los abogados preparen a conciencia el interrogatorio de este importante testigo.
La cuestión esencial se simplifica
Hasta aquí, la declaración. Tratemos ahora de valorarla.
Prima facie, el testimonio presenta el problema de que procede de un detenido fundamentalista y debería de ser, por lo tanto, poco fiable. Sin embargo, tiene una notabilísima virtud: tapa algunos de los agujeros más graves de la versión oficial. En efecto, venimos explicando como el progreso del juicio ha ido poniendo en evidencia la probable absolución de muchos de los procesados, muy especialmente de El Egipcio, supuesto autor intelectual, y de Jamal Zougam, supuesto autor material y suministrador de las tarjetas telefónicas con las que se fabricaron las bombas y, sobre todo, único procesado que fue detenido antes de que se celebraran las elecciones del 14 de marzo. A la vista de ello, la única forma en la que la sentencia podría salvar la actuación de la Fiscalía y del instructor sería “condenando” por el atentado a los suicidas de Leganés y a toda la célula. Sin embargo, la sentencia no puede condenar a los suicidas ni a los huidos, sólo a los procesados. De la célula de Leganés, el único procesado es Bouchar. El testigo Abal no dijo nada de éste ayer. Veremos qué dice el lunes. En todo caso, su presencia entre los procesados obliga al tribunal a tener que valorar si incluye o no entre los hechos probados el siguiente: la célula de Leganés fue la que planeó y ejecutó el atentado del 11-M. Si así lo hiciera, la versión oficial estaría salvada, aunque buena parte de los procesados fueran absueltos. No cabe duda de que el testimonio de ayer proporciona un buen fundamento para hacerlo.
Así pues, el testimonio de ayer ofreció una narración más o menos coherente de la versión oficial, adelgazándola de algunas de las inexactitudes con las que estos meses de juicio la habían ido lastrando y liberándola de aquellos procesados cuya intervención en el atentado no ha podido ser probada.
Ahora bien, hay que poner de relieve algunas sospechas. Es sospechoso que la Fiscalía haya interrogado tan extensamente a un testigo aportado por una de las defensas. Es igualmente sospechoso que un fundamentalista detenido haya aportado una forma de entender la versión oficial que cuadre con lo sabido hasta ahora en el juicio y excluya lo que se ha demostrado inexacto. Es sospechoso que esta versión acuse precisamente al confidente Cartagena, después de que éste acusara a la Policía de haber intentado obligarle a que fuera al piso de Leganés pocas horas antes del suicidio colectivo. Y lo más sospechoso de todo es que al testigo le contaran cómo se fabricaron las bombas, con dos manos, unas expertas, que prepararon los móviles, y otras inexpertas, encargadas de ensamblar los cables, esto es, en un modo que cuadra como anillo al dedo con el testimonio del TEDAX que desactivó la mochila de Vallecas. Recuérdese que este agente dijo que, cuando desactivó la mochila, le sorprendió ver que, siendo como era el mecanismo de activación muy ingenioso, no estuvieran los empalmes rodeados de cinta aislante, que es algo que cualquier manitas sabe que impide que circule la electricidad por ellos. De esta doble circunstancia, el policía dedujo que había sido fabricada por dos clases de manos, unas que sabían muy bien lo que hacían, y otras muy torpes que se olvidaron de la elemental necesidad de rodear los empalmes con cinta aislante. Esta declaración fue muy sorprendente porque, cuando aparece una bomba con un sistema de activación ingenioso y con fallos groseros que impiden que estalle, lo que uno sospecha en primer lugar no es que la han fabricado dos clases de manos, unas diestras y otras torpes, sino que ha sido colocada para ser descubierta y desactivada. Por otra parte, el de los empalmes no fue el único fallo, sino que además, el teléfono cuya alarma debiera haber activado el mecanismo, estaba apagado. Y no debe olvidarse que en las bombas que estallaron no se cometió ninguna torpeza al fabricarlas.
Cabe pues preguntarse: ¿y si la Policía hubiera prometido alguna clase de trato de favor penitenciario a este testigo a fin de que declare cómo lo ha hecho para apuntalar lo que el juicio ha dejado en pie de la versión oficial? ¿La Fiscalía sabía de antemano la disposición de este testigo a declarar en el sentido en que lo ha hecho?
Sin necesidad de que estas preguntas obtengan respuesta, lo es esencial es que, para que esta versión oficial actualizada pueda sostenerse en el futuro, es necesario corroborar que lo que estalló en los trenes fue Goma 2 ECO. Todavía no sabemos si el tribunal ha tomado una decisión acerca de la petición de exhumar algunos cadáveres de víctimas para saber lo que estalló en los trenes.
Si no accediera a ello, sabemos que el informe de los peritos encargados de analizar los focos no podrá ser concluyente porque los pertenecientes a la Policía Científica sostienen que todas las sustancias aparecidas que no forman parte de la fórmula de la Goma 2 ECO son consecuencia de sendas contaminaciones y es probable, aunque no seguro, que su opinión se vea ratificada por los de la Guardia Civil. Si el análisis de los cadáveres de las víctimas pudiera llegar a hacerse y se descubren sólo los componentes de la Goma 2 ECO, la versión que escuchamos ayer (y que continuaremos escuchando el lunes) tiene todas las trazas de convertirse en la versión que asuma como buena el tribunal.
Si, por el contrario, en los cadáveres se descubre nuevamente DNT y nitroglicerina, no habrá testimonio que pueda salvar a la versión oficial, ni siquiera en esta modalidad más delgada.
El careo inútil
Entre tanto, el lunes parece que será el día en que el tribunal resuelva acerca de si llevar o no a cabo el careo entre el ex Director General de la Policía, Agustín Díaz de Mera, y el que fue subordinado suyo, el Comisario Enrique García Castaño. La verdad, tal y como están las cosas, el careo es irrelevante, salvo para el honor de Díaz de Mera, que es cosa que no es objeto del juicio. Lo probable es que el tribunal rechace celebrarlo.
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