Por Emilio Campmany
Colaboraciones nº 1688 | 9 de Mayo de 2007
De nuevo ayer, lo más importante ocurrió fuera de la sala. Por un lado, fue notable la reacción de los medios oficialistas a la evidente falta de pruebas para inculpar a El Egipcio de la comisión o inducción de los atentados del 11-M. Por otro lado, el tribunal dictó un auto en el que se rechazó la práctica de la mayoría de las pruebas que se le habían solicitado, aunque con alguna excepción. Por último, Bruce Reidel, en Foreign Affairs, sin llegar a convertirse al conspiracionismo, reconoce la existencia de sombras sobre el 11-M.
El Egipcio
Desde que se inició el juicio, se vio que la figura de Rabei Osman, El Egipcio, es muy importante desde el punto de vista político. De hecho es la única persona, de las que se sienta en el banquillo, con el fuste suficiente como para poder atribuirle la idea del atentado. Sin embargo, en todos estos meses, lo más que ha podido demostrarse es que se trata de un islamista radical, pero no su implicación en el atentado. La única prueba existente contra él es lo que la Policía italiana le grabó mientras hablaba con un joven discípulo llamado Yahia Mawad. Recordémoslo, según la traducción que recoge El País: "No quiero ocultarte que el atentado de Madrid lo hemos hecho nosotros, la operación de Madrid la he preparado yo, ¿me entiendes? El proyecto es mío, el grupo, su grupo, ¿me entiendes… Son todos amigos míos, nuestro grupo, cinco (sic.) han muerto y Dios les ha dado el premio, y ocho se han quedado en la cárcel y yo era su hilo, pero Dios no ha querido la muerte por él, ese día yo no estaba con ellos… pero el día 4 estaba en contacto… pero el 3 ha empezado el proyecto, pero yo conocía el proyecto". Esto es lo más incriminador que consiguió grabar la policía italiana después de varios días de haber pinchado sus teléfonos, colocar micrófonos en su casa, intervenir su línea en internet y seguir todos sus pasos. Tratándose de un individuo que dice que es capaz de envenenar a un buen número de ciudadanos armado con un secador de pelo y que afirma conocer al mayor hacker del mundo, no es mucho.
En el ABC, el otro medio de papel oficialista, destacó en su crónica el carácter muy peligroso y radical de este individuo y de ello parece deducir su necesaria implicación en el atentado, a pesar de que Rabei Osman no estaba en España desde el día cuatro de marzo, al menos.
Ernesto Ekaizer, en El País, consideró ayer definitivo que El Egipcio se bajara de internet un esquema de una bomba activada por medio de un teléfono móvil. Éste sería un dato muy relevante, si no fuera porque el esquema se bajó en mayo de 2004, dos meses después de los atentados: ¿desde cuando los terroristas aprenden a fabricar las bombas después de haberlas hecho estallar?
Al final, el cronista del diario oficialista, acaba por reconocer la irrelevancia del descubrimiento a base de atribuirle cierta gracia recordando el dicho italiano: se non è vero, è ben trovato. El asunto podría tenerla, si no fuera porque se trata de un juicio penal por el asesinato de 191 personas. Respecto a Rabei Osman, lo que habría que decir es: se non è vero, è innocente. Y el problema estriba en que, si es inocente, nos quedamos sin cerebro del 11-M.
Los dos principales medios escritos oficialistas sí reconocieron la pérdida de credibilidad de Khamal Ahbar por las razones que se han hecho patentes para todos. Lo curioso es que, los más importantes comentaristas del periódico ABC que están siguiendo el juicio, Germán Yanke y Jesús Zarzalejos, se fijaron para hacer sus comentarios en este fabulador y prescindieron de comentar el testimonio de los dos policías italianos, tan importante, desde el punto de vista de la confirmación o rechazo de la versión oficial.
No habrá careo
Tal y como era fácil prever, el tribunal rechazó ayer la petición de realizar un careo entre Díaz de Mera y García Castaño. Es posible que hoy, los medios conspiracionistas critiquen la decisión de Gómez Bermúdez. Lo hagan o no, desde aquí hay que adelantar que es una decisión perfectamente correcta porque, sea cual sea el resultado del careo propuesto, nada va a añadir al esclarecimiento de los hechos que se juzgan. Otra cosa es lo que pudiera aclarar, que seguramente será mucho, respecto de otros hechos de enorme interés político, pero el tribunal no tiene por misión esclarecerlos. También lamentarán los conspiracionistas que de igual modo el tribunal rechazara ayer llamar a declarar al Comisario que encargó el informe que provocó el enfrentamiento entre Díaz de Mera y García Castaño, el socialista Telesforo Rubio, así como la de los dos policías que, según Díaz de Mera, recibieron uno el encargo de elaborarlo y el otro de modificarlo. Y ello porque la cuestión ha devenido irrelevante a los efectos del juicio. Lo único que sería a estas alturas aceptable es la práctica de cualquier prueba que pudiera acreditar en mayor o menor grado la participación de la ETA en el atentado y es obvio que no hay el más mínimo indicio de que el informe del que habló Díaz de Mera, en ninguna de sus dos hipotéticas versiones, esté en condiciones de hacerlo.
Mucho más importante es el rechazo que el tribunal ha hecho de las nuevas pruebas testificales propuestas por Endika Zulueta, abogado defensor de El Egipico. El abogado pidió que se llamara de nuevo al testigo Cartagena y a tres funcionarios policiales. Con independencia de la valoración que al tribunal le hayan merecido las razones esgrimidas por el abogado, debe tenerse en cuenta que los tribunales están normalmente muy predispuestos a aceptar las pruebas propuestas por los abogados defensores cuando la culpabilidad o inocencia del procesado está en el alero y, en cambio, tienden a rechazarlas cuando, ya sea la inocencia, ya la culpabilidad, se considera suficientemente probada y no merece la pena perder el tiempo con actuaciones que desde el principio se ven que no van a poder desbaratar la culpabilidad probada o que poco van a añadir a la inocencia ya acreditada. Todo parece indicar que el tribunal se ha formado ya una opinión de qué grado de culpabilidad tiene El Egipcio. Así pues, todo apunta a que será declarado inocente de la preparación del atentado, sin perjuicio de que pueda ser condenado por integración en organización terrorista o cualquier otro delito sin relación directa con el 11-M.
En cambio, el tribunal sí ha admitido solicitar al Juzgado del Juez del Olmo la transcripción de la declaración que en enero pasado hizo ante el Juez el testigo Khamal Abar, quizá para comprobar si entonces declaró con la coherencia que faltó en su testimonio ante el tribunal. En este caso, la aceptación es algo chocante, si se tiene en cuenta que el testigo quedó anteayer totalmente desacreditado, pero quizá el Juez Bermúdez pensó que lo que abunda no daña.
La opinión de Bruce Reidel
El último número de Foreign Affairs publica un interesantísimo artículo de Reidel sobre la situación actual de al Qaeda. Al recordar los atentados de Madrid, dice: "The extent of al Qaeda involvement in the March 11, 2004, attack on the Madrid subway is unclear (…); the bombing may have been an independent, copycat operation". Reidel no pone en tela de juicio la autoría islámica, pero reconoce que el asunto de la responsabilidad última no está claro. Es una lástima que los especialistas anglosajones en terrorismo islámico no se hayan preocupado, todavía, de analizar en profundidad nuestro 11-M. La teoría de un atentado "copycat" sería aceptable si el 11-M hubiera sido del estilo del que sufrió la Casa de España en Casablanca, con terroristas suicidas que un día cualquiera deciden inmolarse en un lugar concurrido por infieles o malos musulmanes. Sin embargo, el 11-M no hubo terroristas suicidas y sí alguien que calculó muy bien las consecuencias políticas del atentado.
El juicio
Por lo que se refiere al juicio propiamente dicho, el día de ayer estuvo dedicado a la plana mayor de la Guardia Civil asturiana. Se confirmó que se sabía que había personas que deseaban vender explosivos desde 2003 e incluso un confidente de la Guardia Civil, apodado Nayo y que se encuentra en situación de busca y captura, advirtió a la Guardia Civil que Antonio Toro estaba tratando de venderle explosivos a la ETA. Así pues, casi todos los que intervinieron en la venta de los explosivos a los terroristas, Zouhier, Trashorras, Nayo, eran confidentes policiales. Sólo falta que lo fuera también Antonio Toro.
Nuevamente pues, ha quedado al descubierto la incompetencia de nuestras fuerzas del orden. Y, sin embargo, cada vez parece más probable que la trama asturiana era una red de tráfico de explosivos montada por las fuerzas antiterroristas españolas después de que Toro y Trashorras fueran condenados en la Operación Pípol para ver si la alguna organización terrorista picaba y podían enganchar a algún comando incauto. Es verdad que esta tesis es poco creíble porque la ETA nunca ha comprado explosivos a delincuentes comunes, pero, la verdad, es la única manera de entender que estos individuos camparan por sus respetos con conocimiento de la Guardia Civil sin que a nadie se le ocurriera detenerlos.
No hace ya más que llover sobre mojado. Lo único importante que queda por saber es lo relativo al explosivo empleado en los trenes. Una vez que esto se determine, si llegara a ser posible hacerlo, el juicio quedará visto para sentencia.
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