La ex directora del Instituto Anatómico Forense, Carmen Baladía, prestó esta tarde declaración junto con otros médicos forenses que participaron en los exámenes de los cadáveres de las 191 víctimas de los atentados, así como de los supuestos terroristas de Leganés. Sobre este episodio, se confirma lo ya adelantado por Libertad Digital: A los supuestos terroristas no se les realizó una autopsia. Destaca, además, la contradicción existente entre lo declarado por los GEO y los resultados de los análisis realizados. Según los policías, intentaron hacer salir a los supuestos terroristas utilizando gas lacrimógeno. Pero en dichos análisis "no se encontró ningún signo de inhalación de gas". Tampoco se encontró ningún resto de explosivo incrustado en el cuerpo de los siete cadáveres. |
(Libertad Digital) La ex directora del Instituto Anatómico Forense, Carmen Baladía, compareció por la tarde en esta trigésimo octava sesión del juicio del 11-M, junto con distintos médicos forenses que participaron en los exámenes de los cadáveres de las 191 víctimas de los atentados, así como de los supuestos terroristas de Leganés.
Tal y como adelantó Libertad Digital, a los muertos de la calle Carmen Martín Gaite no se les practicó ninguna autopsia. Se les realizó en su lugar un estudio de los restos humanos para poder determinar las causas de la muerte. "La conclusión –explicaron los doctores Prieto Carretero y Conejero– es que se trataba de una muerte violenta, politraumatismos muy severos y de carácter suicida". Sin embargo, y a preguntas del letrado Andreas Chalaris, los peritos indicaron que en los análisis realizados "no se encontró ningún signo de inhalación de gas". Por tanto, esto chocaría frontalmente con lo declarado por todos los GEO que intervinieron en la operación de Leganés. Los policías declararon que antes de que se produjera la explosión, intentaron hacerles salir utilizando gas lacrimógeno. Gas que, inexplicablemente, no inhalaron los presuntos terroristas, según consta en los análisis.
La abogada que representa a la AVT, les preguntó por las fechas que aparecen en dicho estudio. Por un lado, consta que los análisis fueron realizados el 6 de noviembre de 2004, pero tiene como fecha de entrada en el registro el 20 de abril de 2004. Los peritos respondieron que tenía que deberse a un "error en la trascripción". "Estamos hablando de un estudio que se realiza el 7 de abril".
Los peritos insistieron en varias ocasiones que los presuntos terroristas estaban vivos antes de producirse la explosión y que se habían suicidado. Sin embargo, reconocieron que a la hora de realizar esta afirmación tuvieron en cuenta, fundamentalmente, la información facilitada por la Policía que estuvo presente en el levantamiento de los cadáveres, así como las heridas y el color de las quemaduras.
Y es que, tal y como contestó a las preguntas de una de las abogadas, no se realizó ningún estudio comparativo entre las víctimas de los trenes y los muertos de Leganés. Además, los peritos que examinaron los cadáveres de los supuestos terroristas no realizaron las pruebas a las víctimas de los atentados.
Por otro lado explicaron que el hecho de que no se observara sangre en el lugar donde se encontró a los cadáveres puede deberse al desgarro muscular, "que frena la sangre", o que pueda haber salido despedida "en multitud de direcciones y no haber dejado un charco".
Pero otra de las cosas destacables es que no existe la fecha de la muerte. Los forenses explicaron que "no había signos de putrefacción" y lo que hicieron fue señalar que la fecha de la muerte que les dieron era compatible con las señales que presentaban los cuerpos. Les preguntaron expresamente por esto: "¿Cuando realizan una autopsia (que en este caso no se hizo) realizan una prueba concreta para datar la muerte?" "No", contestó la perito.
Baladía descarta que hubiera suicidas en los trenes
La ex directora del Instituto Anatómico Forense, Carmen Baladía, afirmó que entre las 191 víctimas de las explosiones en los trenes, "no había signos indiciarios propios de un suicida terrorista". Sobre los cadáveres de Leganés indicó que uno de ellos tenía incrustado un pequeño objeto metálico, "típico del suicida terrorista que quiere morir matando y se adosa el material que va a utilizar para causar su muerte y la de otros". "Mis compañeros pensaron, con buen criterio que podían ser restos de material explosivo", aunque después aclaró que resultó ser una pila de un reloj.
También detalló la actuación de su departamento durante los atentados del 11-M. Relató que tras tener conocimiento de la tragedia se dirigió al Anatómico Forense e intentó organizar zonas para realizar las autopsias. Cuando vieron las dimensiones de la tragedia y vieron que no podían realizar su trabajo en estas dependencias y decidieron trasladarse al IFEMA. Allí decidieron cómo iban a numerar los cadáveres para evitar errores. La doctora Baladía explicó que el día 18 de marzo finalizaron su intervención, y que en día posteriores llegaron al Instituto Anatómico Forense cuatro cadáveres procedentes de hospitales, con lo que "en total" eran "191 fallecidos".
El forense de la Audiencia Nacional, Juan Miguel Monge, explicó, por su parte, las consecuencias de una muerte en explosión, la experimentada por la gran mayoría de las víctimas de la masacre. Dijo que en todas las deflagraciones se produce una onda de presión alta y breve que provoca, en la mayor parte de los casos, la muerte inmediata. Por ello, apuntó, muchos de los cadáveres de los trenes fueron hallados en los mismos asientos en los que viajaban.
Explicó que esta onda de presión produce un golpe seco a alta velocidad que origina un gran choque. Su fuerza se mide en kilogramos y a partir de los 30 se produce la muerte, agregó. A esta primera onda le sigue otra, denominada de succión que causa amputaciones y explica que muchas víctimas queden semidesnudas. Esta segunda onda justifica, según apuntó la doctora Baladía, que no se encontrara en los cadáveres ningún objeto que pudiera responder a un explosivo.
Zougam preguntó quién había ganado las elecciones
El doctor Monge aclaró que se encargó del reconocimiento de todos los detenidos en relación con los atentados y dijo que le llamó la atención que uno de ellos, Jamal Zougam, le preguntara una vez arrestado quien había ganado las elecciones, que se celebraban el 14 de marzo. En cuanto a la posibilidad de que alguno de los 116 imputados en la causa o de las 29 personas finalmente procesadas sufriera malos tratos durante los interrogatorios explicó que una minoría alegó haberlos recibido. "Las alegaciones eran muchas veces por condiciones higiénicas y algunos alegaban que les habían dado alguna colleja o tirones de pelo", indicó.
La profanación de la tumba del GEO Torronteras fue "una superchería"
Por su parte los médicos Miguel Ángel Castillo y Francisco Pera que se ocuparon de la autopsia del GEO fallecido en la explosión de Leganés, Francisco Javier Torronteras, indicaron que la causa del fallecimiento fue la pérdida sanguínea provocada por la rotura de la arteria fenoral. La arteria se rompió por el impacto de un ladrillo que provocó su muerte "ipso facto". El policía sufría además, traumatismo craneoencefálico, añadieron. El doctor Castillo se encargó de realizar una segunda autopsia al cadáver de Torronteras tras la profanación de su tumba. Explicó que el féretro fue forzado y que encontraron el cuerpo quemado. No obstante esta acción, que calificó como "una superchería", no provocó la desaparición de vestigios. En su opinión la violación del cuerpo no fue un trabajo profesional.
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