JUICIO POR UNA MASACRE / Bajo control
El Gobierno refuerza la vigilancia en prisión de todos los encarcelados por el 11-M
Desde hace algo más de un mes un grupo especial de funcionarios controla todos sus movimientos Deben elaborar dos informes diarios con el seguimiento de la actuación de cada uno de los internos
FERNANDO LAZARO
MADRID.- Desde hace algo más de un mes, la cuerda de la seguridad en Prisiones está en máxima tensión. El control sobre los acusados del 11-M que permanecen en la cárcel se ha elevado a la enésima potencia.
Según explicaron a este periódico fuentes penitenciarias, las medidas de seguridad sobre estos internos son extremas. Se ha puesto en marcha un grupo especial de funcionarios que mantiene un estricto control en las prisiones madrileñas donde estos acusados permanecen ingresados durante el juicio. Es su única misión, el seguimiento de todos los pasos de estos sospechosos que aún son presos preventivos, ya que no han sido condenados.
Este seguimiento, que ya desde que estaban detenidos era muy importante, se ha visto incrementado por orden del subdirector de Tratamiento de Instituciones Penitenciaras desde finales del pasado mes de abril.
Este grupo de funcionarios trabaja a las órdenes de los diferentes directores de las prisiones de Madrid que albergan a los presos que están siendo juzgados por los atentados en los que murieron 192 personas. Por motivos de seguridad, estos internos son trasladados periódicamente a otros centros penitenciarios de la Comunidad; no permanecen siempre en el mismo desde que comenzó el juicio.
Según estas fuentes, estos grupos especiales de trabajadores se dedican durante 24 horas a vigilar a estos internos. Deben realizar dos informes diarios en los que detallen el comportamiento de estos presos en todos y cada uno de los aspectos de su internamiento. El primer informe es entregado a media mañana y el segundo, a final de la tarde.
Libros de incidencias
Los seguimientos y gestiones realizados por los funcionarios no figuran en los libros de incidencias de las diferentes prisiones afectadas por este dispositivo especial. Cada grupo está compuesto por, al menos, cuatro funcionarios y un jefe de servicio.
El control sobre los presos islamistas y los presuntamente implicados en el tráfico de explosivos es total: cuándo salen al patio, con quién hablan en las cárceles, con quién pasean, qué periódico leen, qué visitas reciben, cuántas llamadas telefónicas y de quién reciben todos los días, cuántas visitas hacen al médico y para qué... No obstante, las fuentes consultadas por este periódico no pudieron determinar si las comunicaciones de estos internos están intervenidas.
El seguimiento tan escrupuloso a los presos ha provocado ya algunas situaciones difíciles en los centros penitenciarios, ya que este grupo de funcionarios actúa a las órdenes de la dirección y su situación laboral no es la de otro trabajador del centro, sino, cuando menos, peculiar y diferente en el normal desarrollo del trabajo carcelario de los funcionarios. De hecho, este grupo de patas negras, como comienzan a ser conocidos entre el resto de trabajadores, tratan de acceder, incluso, a la información confidencial de estos internos; entre ellas, los expedientes médicos.
Se da la circunstancia de que todos los presos sobre los que se ejerce este fuerte control interno son preventivos; es decir, no están aún cumpliendo ninguna condena por los hechos por los que están siendo juzgados.
Las fuentes consultadas por este periódico recuerdan que, tras el 11-M, el control sobre los presos islamistas se vio considerablemente reforzado. De hecho, en varias ocasiones se detuvo a integristas que ya estaban en prisión preventiva por otros hechos como sospechosos de estar colaborando con tramas terroristas.
Han sido varias las células radicales contra las que han actuado los jueces de la Audiencia Nacional y cuyos dinamizadores estaban ya en prisión.
Recuerdan asimismo cómo personajes como argelino Allekema Lamari o el marroquí Jamal Ahmidan, El Chino, ambos fallecidos en la explosión del piso de Leganés y presuntos autores materiales de la matanza de Madrid, se radicalizaron en sus posiciones integristas mientras estuvieron en prisión.
Prisiones detectó en abril un importante «incremento del nivel de amenaza» terrorista
F. L.
MADRID.- El pasado mes de abril, el subdirector general de Tratamiento y Gestión Penitenciaria cursó instrucciones para aumentar la vigilancia sobre los presos del 11-M. Las instrucciones se pusieron en marcha, según estas fuentes, a finales de ese mes.
«Los graves atentados terroristas que se han producido en los países del Magreb [Argelia y Marruecos], la aparición reiterada en los medios de documentación de los grupos terroristas donde se amenaza de forma directa a nuestro país, y la celebración del juicio por los atentados del 11 de Marzo constituyen un conjunto de variables que determinan un incremento del nivel de amenaza y deben llevar a la adopción de las medidas y alertas correspondientes de las que no puede ser ajena la Administración Penitenciaria», indica la instrucción interna que obra en poder de este periódico.
Por este motivo, el responsable penitenciario considera que «parece adecuado adoptar medidas complementarias que persigan una actitud más activa en estrategias de prevención, especialmente observación directa, cacheos, requisas..., debiendo recabarse de los funcionarios informes diarios de la observación de su actitud, conducta, relaciones, posible transmisión de información por canales de comunicación fuera de las normas y cualesquiera otros elementos que se consideran relevantes, en orden a la prevención de la formación de células islamistas y preparación de atentados».
En el escrito no se citan expresamente a los internos encarcelados por su presunto vínculo con el 11-M, aunque son los únicos que, según estas fuentes, se han visto afectados por este nuevo reforzamiento de la vigilancia. «Estas medidas especiales deben abarcar» -según indica la circular interna- «el seguimiento y control exhaustivo de los internos ingresados por su participación en actividades terroristas de carácter islamista, los internos que, sin aparecer vinculados a estos grupos han mostrado actitudes fundamentalistas [...], y a todos los internos de los que se sospeche o pueda sospecharse que mantienen algún tipo de contacto con estos grupos o puedan encontrarse en procesos de radicalización islamista».
El jefe penitenciario aclara finalmente: «El subdirector de Seguridad desempeñará un papel activo al respecto, prestándose especial cuidado en el desarrollo de todas las actividades referidas, comunicando y remitiendo cualquier tipo de información, documentación o indicio, por superfluo que pueda parecer, al Area de Intervención de Colectivos Especiales de esta Subdirección, desde donde, después de un primer análisis y valoración, se dará traslado de la misma a las unidades competentes», concluye la instrucción remitida a los directores de los centros de Madrid que albergan a estos internos del 11-M, especialmente, y al resto de centros donde están cumpliendo condenas o están en situación de preventivos miembros de organizaciones terroristas o internos que, por unas u otras razones, pueden mantener contacto con este tipo de sospechosos.
Los contactos entre islamistas en prisión es una de las grandes preocupaciones de los especialistas del Ministerio del Interior en la lucha contra el terrorismo internacional.
Son muchos los internos que cuentan con un respeto que roza lo reverencial fuera de los muros de las cárceles entre los simpatizantes del islamismo radical, según los mismos analistas.
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