EL BLOC DE
Testamento
Luis del Pino
El lugarteniente. Las distintas defensas han ido poniendo hoy en evidencia la fragilidad del relato de los hechos presentado por la Fiscalía. Ha comenzado la abogada de Otman el Gnaoui, que recalcó lo absurdo que es acusar a su defendido de ser el lugarteniente de El Chino y, al mismo tiempo, reconocer como cierto que Otman dejó de ir por la casa de Morata semanas antes del 11-M, una vez que terminó las labores de albañilería que estaba llevando a cabo. Si participó en los atentados, ¿por qué no continuó acudiendo a esa casa de Morata donde nos dicen que se montaron las bombas?
'Panchito'. Brillante también la exposición del defensor de Abdelilah el Fadual, ese otro supuesto lugarteniente de 'El Chino' apodado Panchito. Ha llamado la atención sobre diversos episodios oscuros de las investigaciones policiales. Por ejemplo, la forma en que se localiza en Ceuta el VW Golf de El Chino adquirido por Abdelilah: no fue la Policía ceutí la que localizó el coche, sino que fue la Policía de Madrid la que le dijo a la de Ceuta dónde estaba aparcado el coche. Eso se llama puntería. La Fiscalía acusa a Panchito de ser poco menos que un capo de la droga, que habría montado su propio negocio independizándose de El Chino. «¿Y qué hacía?», preguntaba el abogado, «¿ese capo de la droga llamado Panchito trabajando como pinche de cocina?».
La mochila. Por su parte, el defensor de Saed el Harrak ha recordado la peregrina historia de la aparición de ese falso testamento con el que se quiso convencer a la opinión pública de lo suicidas que eran las intenciones de los muertos de Leganés. Ha señalado, por ejemplo, cómo ese testamento no fue encontrado al registrar las pertenencias de El Harrak en la comisaría de Leganés. Es sólo al llevarlas al complejo policial de Canillas cuando aparece ese manuscrito en árabe donde algún patán no tuvo otra ocurrencia que incluir una falsa firma en caracteres latinos de Abdenabi Kounjaa.
Testamento
Luis del Pino
El lugarteniente. Las distintas defensas han ido poniendo hoy en evidencia la fragilidad del relato de los hechos presentado por la Fiscalía. Ha comenzado la abogada de Otman el Gnaoui, que recalcó lo absurdo que es acusar a su defendido de ser el lugarteniente de El Chino y, al mismo tiempo, reconocer como cierto que Otman dejó de ir por la casa de Morata semanas antes del 11-M, una vez que terminó las labores de albañilería que estaba llevando a cabo. Si participó en los atentados, ¿por qué no continuó acudiendo a esa casa de Morata donde nos dicen que se montaron las bombas?
'Panchito'. Brillante también la exposición del defensor de Abdelilah el Fadual, ese otro supuesto lugarteniente de 'El Chino' apodado Panchito. Ha llamado la atención sobre diversos episodios oscuros de las investigaciones policiales. Por ejemplo, la forma en que se localiza en Ceuta el VW Golf de El Chino adquirido por Abdelilah: no fue la Policía ceutí la que localizó el coche, sino que fue la Policía de Madrid la que le dijo a la de Ceuta dónde estaba aparcado el coche. Eso se llama puntería. La Fiscalía acusa a Panchito de ser poco menos que un capo de la droga, que habría montado su propio negocio independizándose de El Chino. «¿Y qué hacía?», preguntaba el abogado, «¿ese capo de la droga llamado Panchito trabajando como pinche de cocina?».
La mochila. Por su parte, el defensor de Saed el Harrak ha recordado la peregrina historia de la aparición de ese falso testamento con el que se quiso convencer a la opinión pública de lo suicidas que eran las intenciones de los muertos de Leganés. Ha señalado, por ejemplo, cómo ese testamento no fue encontrado al registrar las pertenencias de El Harrak en la comisaría de Leganés. Es sólo al llevarlas al complejo policial de Canillas cuando aparece ese manuscrito en árabe donde algún patán no tuvo otra ocurrencia que incluir una falsa firma en caracteres latinos de Abdenabi Kounjaa.
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